Libro

Lucía Rivera recuerda su traumática experiencia con un jardinero: “Puto depravado”

La modelo se ha sincerado sobre este y otros momentos de su vida en “Nada es lo que parece”, su libro

Lucía Rivera en el photocall de la serie 'LOLA'.
Lucía Rivera en el photocall de la serie 'LOLA'.Jesus BrionesGTRES

Lucía Rivera se ha abierto en canal en “Nada es lo que parece”, su libro recientemente publicado. A lo largo de sus páginas, la modelo navega por algunos episodios de su vida y se sincera sobre los más traumáticos, como la violencia de género que sufrió de parte de una de sus exparejas u otros momentos desagradables que tanto ella como millones de mujeres en el mundo tienen que soportar.

En “Deconstrucción”, el penúltimo capítulo del libro, editado por Espasa, de el Grupo Planeta, Lucía Rivera narra una de esas experiencias traumáticas que vivió en el pasado por culpa de un hombre mucho mayor que intentó aprovecharse de ella. La modelo se encontraba en casa de un chico con el que estaba iniciando una relación, al que se refiere como Q. para no desvelar su identidad. Se encontraba en la cama y notó que alguien entraba en la habitación. Pensaba que era él, pero se equivocó. “Siento cómo se mete en la cama y se quita la camiseta y el bañador mojado. Se acerca a mí y me abraza. Estaba a punto de darle un beso —me faltaban dos milímetros— cuando por un instante abro los ojos y veo que es su jardinero, un hombre que debe de tener unos cincuenta años”, recuerda.

Rivera se quedó en shock y no supo cómo reaccionar, pero se le pasaron los peores pensamientos por la cabeza: “Siento que estoy paralizada y la única frase que me viene a la cabeza es: 'Te va a violar, no hagas nada'… No quiero ponerme agresiva ni empezar un forcejeo con él, porque sé que acabará ganando, e incluso es posible que mi resistencia le excite. Q. no da señales de vida y yo solo quiero sentirme a salvo”.

La portada del libro de Lucía Rivera, "Nada es lo que parece"
La portada del libro de Lucía Rivera, "Nada es lo que parece"Espasa

La peor parte de la historia es que, ante la ausencia de sus amigos o el propio Q., Lucía Rivera no tuvo más remedio que regresar a casa de su amiga en el coche del jardinero, con quien se vio obligada a pasar una hora de trayecto. “Mi corazón va a mil por hora y, con su voz siempre de fondo, miro por la ventanilla a ver si reconozco los edificios con el Google maps activado y comprobando el trayecto. El móvil lo llevo escondido. Sólo puedo pensar: 'Puto depravado'”, relata.

Tuvieron que pasar varios meses hasta que Lucía Rivera consiguió “quitarme esta historia de la cabeza”, y en su libro reconoce que prefirió restarle importancia porque no quería que el jardinero perdiera su trabajo: “Preferí olvidarlo en silencio”.