María Zurita se une a la discreta visita de Juan Carlos I a Galicia: familia, mariscos y silencio mediático

En la familia Borbón hay gestos que, con los años, han dejado de ser simples rutinas para convertirse en rituales. Así ocurre con las escapadas gallegas de Juan Carlos I, que en pleno mes de junio regresa, como cada año, a su refugio de Sanxenxo. Esta vez, sin grandes alardes ni comparecencias públicas, y con una discreción que roza lo clandestino, el monarca ha aterrizado en Vigo y se ha trasladado de inmediato a casa de su inseparable amigo y anfitrión, Pedro Campos, convertido en armador, chófer y, por supuesto, confidente.

El regreso del exjefe del Estado a España ha coincidido con un momento en el que su nombre vuelve a sonar en titulares, ya sea por la reciente demanda judicial de Miguel Ángel Revilla o por el eco que han generado las memorias de Bárbara Rey. Pero, fiel a su estilo cuando el foco aprieta, Don Juan Carlos ha optado esta vez por el silencio y la sombra. Ni paseo por el Club Náutico, ni palabras improvisadas a los medios: el Rey ha preferido refugiarse en la privacidad, interrumpida solo por una parada estratégica en D’Berto, su marisquería de cabecera en O Grove, donde se dejó ver -brevemente- degustando marisco con la familiaridad del cliente habitual.

La devoción de Carlitos por su tío abuelo

En este contexto de discreción familiar, la llegada de María Zurita no ha pasado desapercibida. Hija de la Infanta Margarita y del doctor Carlos Zurita, la prima del Rey Felipe VI viajó el miércoles a Sanxenxo con su hijo Carlitos, quien siente una especial devoción por su tío abuelo. Aunque no se ha confirmado si Doña Margarita y su marido la acompañaban en el coche, todo apunta a un viaje familiar que se enmarca en esta visita íntima y cuidadosamente medida. La última vez que la Infanta estuvo en Galicia fue en mayo, y su presencia ahora refuerza el carácter tradicional y casi ceremonial de estas escapadas estivales.

Este viernes, como cada año, el Bribón vuelve a surcar las aguas gallegas con Juan Carlos I a bordo, rodeado de sus leales compañeros de regatas: Ricardo Frade, Mauricio Sánchez-Bella, Miguel Lago, José Ignacio del Toro y el equipo técnico habitual. La competición, que se extenderá hasta el domingo, se convierte así en el escenario perfecto para el reencuentro del Rey emérito con su viejo amor: el mar.

Y mientras el país sigue especulando sobre sus movimientos, la escena en Galicia sigue otro ritmo. Uno donde la tradición, el marisco y la familia -al menos la que nunca falla- siguen siendo el verdadero protocolo.