Entrevista
El Padre Ángel se vuelca con los niños refugiados de Gaza: "Me duele en el alma lo que está sucediendo"
Hablamos con el sacerdote sobre tras su visita a Jordania
Es incansable, siempre dispuesto a ayudar a los demás. En esta ocasión, el Padre Ángel ha estado unos días en Jordania visitando a niños de Gaza refugiados en ese país. Su ONG, Mensajeros de la Paz, tiene acogidos en uno de sus centros a diecisiete chavales que han podido escaparse del infierno de la guerra.“Este conflicto es una desgracia, muerte tras muerte. Me causa un hondo dolor la situación de los gazatíes que siguen en la franja y también la de los refugiados que han vivido el horror de una guerra que no tiene sentido”.
Y usted siempre presente en lugares de conflictos. Es incansable…
- Hay que estar al lado de los que más sufren, ayudarles en lo posible y entregarles todo tu cariño. En Jordania hemos estado con diecisiete niños recién llegados de Gaza, que tenemos acogidos en hospitales y centros de nuestra ONG. En este país hay ya más de dos mil niños refugiados gazaties, y no paran de llegar.
¿Ha intentado entrar en Gaza para ver de cerca la situación?
Sí, pero, desgraciadamente, no me lo han permitido, tuve que quedarme en la frontera con Israel. Al lado de la verja. Nos dijeron que no había posibilidades de recibir un permiso de entrada.
Sensible, muy sensible, y solidario, el sacerdote confiesa que “estoy sufriendo mucho al ver el estado en el que se encuentran los refugiados, Todo lo que se pueda hacer por ellos es poco. Necesitan todo tipo de ayudas y, sobre todo, que los que mandan en los Gobiernos, se pongan de acuerdo de una vez por todas para acabar con esa terrible guerra. Me duele en el alma lo que está sucediendo en Gaza, pido misericordia para todos los que están padeciendo do los rigores de ese conflicto.”
En Jordania cuenta con la labor extraordinaria del Padre Carlos…
Es una bendición de Dios, un hombre imprescindible por su gran labor en nuestro centro de ese país. Incansable y generoso. Como tú bien dices, extraordinario.
¿De dónde saca tanta fortaleza un hombre de ochenta y ocho años de edad?
De la fe y de su entrega a los más necesitados de este mundo.