Los motivos
Rania de Jordania en la boda de Jeff Bezos
La reina hachemita sorprende con su presencia en el enlace más mediático del año. Mientras Venecia protesta por el despliegue de lujo, Rania, vestida de negro y acompañada por parte de su familia, confirma la estrecha relación entre la Casa Real jordana y el magnate de Amazon
En una Venecia colapsada por jets privados, yates de proporciones absurdas y protestas ciudadanas contra la privatización simbólica de su centro histórico, la reina Rania de Jordania se abrió paso -vestida de riguroso negro, gafas de sol incluidas- entre los canales para asistir a la boda más comentada del año: la de Jeff Bezos y Lauren Sanchez. Nadie la esperaba, y sin embargo, ahí estaba: la consorte del rey Abdalá II embarcaba en un taxi acuático camino al Aman Venice, uno de los hoteles de siete estrellas que el fundador de Amazon reservó en exclusiva para su séquito.
El enlace, blindado por marines estadounidenses y con una lista de invitados que parece sacada de una gala de los Oscar (Elton John, Lady Gaga, los Trump, Zuckerberg, Oprah, los Clooney…), ha sido también el escenario inesperado de un despliegue hachemita. Porque Rania no viajó sola: poco después llegaron su hijo, el príncipe heredero Hussein; su nuera, la princesa Rajwa; y la pequeña Imán, nacida hace menos de un año. Todos, curiosamente, vestidos del mismo modo discreto: pantalón y camisa negros. Un intento de mimetismo que fracasó ante los flashes que esperaban en el aeropuerto Marco Polo.
Expansión de Amazon
La presencia de la familia real jordana ha desconcertado a más de uno. ¿Desde cuándo Jeff Bezos se codea con la realeza de Oriente Medio? La respuesta es menos anecdótica de lo que parece. Hay al menos dos encuentros documentados entre el millonario estadounidense y los reyes hachemitas: el primero, en 2016, en el palacio Al Husseiniya de Amán, donde discutieron la expansión de Amazon en la región. El segundo, más íntimo, tuvo lugar en el yate de Bezos durante la fiesta de compromiso con Lauren Sánchez en la Costa Amalfitana.
La boda, que inicialmente iba a celebrarse en pleno corazón de Venecia, fue desplazada a las afueras tras una ola de protestas. Aun así, cinco hoteles están reservados, la ciudad navega entre cortes de tráfico y zonas VIP, y hasta un doble oficial del novio -un ex electricista alemán- ha sido contratado para despistar a la prensa.
La reina Rania, rodeada de guardaespaldas, representa quizá la nota más enigmática de este espectáculo global: una figura de diplomacia refinada que confirma que, en el universo de Bezos, caben tanto las Kardashian como las monarquías históricas.