Ricky Martin: mandíbula a la carta y algo de bótox

Ricky Martin, el inigualable ícono del pop latino, ha conseguido conquistar corazones no solo con su música, sino también con su indiscutible atractivo. A los 53 años, después de que su imagen pasara por diversas transformaciones, Ricky está mejor que nunca, sin barba, más rejuvenecido que nunca con una sudadera azul, una foto que parecía rescatada de su pasado.

Al observar de cerca su piel, es evidente que el tiempo ha dejado su huella. Ricky ha lidiado con marcas de acné desde sus inicios en la fama, y ha recurrido a diversos tratamientos, desde ácidos hasta láser, para atenuarlas. Sin embargo, en 2020, mientras vivía un romance con su entonces esposo Jwan Yusef, 23 años más joven, parecía que el puertorriqueño había perdido algo de su atractivo al intentar igualarse a su pareja. Esto coincidió con un uso desmesurado de rellenos faciales. A pesar de esos pequeños tropiezos, Ricky nunca dejó de evolucionar. Recientemente, le hemos visto abrazar la tendencia de la «masculinización facial» que ha transformado su mandíbula en un auténtico símbolo de atractivo. ¿Y qué hay de su entrecejo? Un poco de ayuda de la toxina botulínica eliminó todas las arrugas como por arte de magia, recordándonos que los 50 años no son lo mismo que los 30 sin un poco de apoyo estético.

Hoy, Ricky brilla como nunca antes. Su rutina de «skincare», en la que ha apostado por la línea Kumiko ‑enriquecida con té matcha y tecnología de vanguardia‑ ha revitalizado su cutis, convirtiendo su piel en pura porcelana, como la de un adolescente. Es un entusiasta de la hidratación, bebe un litro de agua alcalina diariamente. Además, aplica agua de rosas y utiliza hielo en su rostro para activar la circulación y lucir fresco.Pero su compromiso con el bienestar va más allá de la estética. Ricky ha lanzado su línea de productos «healthy», que incluye suplementos naturales y accesorios de ejercicio, como colchonetas de yoga y pulseras magnéticas.

Ricky Martin ha sabido gestionar su imagen con un equilibrio entre buenos hábitos y retoques estéticos sutiles. A sus 53 años, resplandece más que nunca, y no cabe duda de que, detrás de su piel radiante, hay esfuerzo y un guiño a la medicina estética con una apuesta por tratamientos menos invasivos que rejuvenecen.