Rosario Flores presume de cuerpazo entre besos y arrumacos con su marido

A sus 59 años, Rosario Flores es dueña de un cuerpo envidiable. La cantante está disfrutando de unas merecidas vacaciones en las playas de Cádiz y en muy buena compañía. A su lado no podría faltar su fiel compañero de vida, el actor Pedro Lazaga, con el que ha sido fotografiada dando románticos paseos por la playa dados de la mano y compartiendo confidencias, muchas risas y juegos en la orilla, demostrando sin darse cuenta de lo enamorados que están.

La sonrisa no les cabía en el rostro, lo que evidencia el dulce momento en el que se encuentra la pareja. También lo mucho que están disfrutando de estas vacaciones aprovechando un alto en sus respectivas agendas profesionales. No estaban solos. A pesar de que la cantante haya dejado a sus hijos en tierra y disfrutando de sus propios planes veraniegos, quienes sí les acompañaban eran sus perritos, que han sabido sacar también provecho a su estancia playera, aunque hayan optado por eludir el justiciero sol protegiéndose bajo la sombra que les ofrecía la sombrilla.

Pero los que de verdad han aprovechado el día han sido Rosario Flores y Pedro Lazaga. Los tortolitos han hecho alarde de un vínculo muy especial, ajenos a que la cámara de un paparazzi estaba dando buena cuenta de sus movimientos. Así, nos han regalado imágenes tiernas como besos y arrumacos varios, además de largos paseos por la orilla del mar cogidos de la mano mientras compartían confidencias y muchas risas. Un día perfecto en el que, por supuesto, no han podido faltar los correspondientes chapuzones para hacer frente a las altas temperaturas del verano.

Un plan que parece gustarles especialmente, porque cada año deciden emplazar en las playas gaditanas su disfrute estival. Y es que la cantante posee una residencia de verano en Zahora, situada junto a unas exclusivas playas salvajes, cercanas a Caños de Meca. Una nueva oportunidad de ver a Rosario Flores luciendo cuerpazo sin artificios ni filtros de las redes sociales y, de paso, disfrutar viendo lo feliz que es junto a su marido, con el que se deshace con constantes muestras de cariño, sin importarle que las miradas ajenas estaban puestas en ellos.