
Entrevista
Sergio Fernández, El Monaguillo: "A Pedro Sánchez le puse a dormir con una almohada de Japón"
Acaba de firmar dos años más en el teatro La Latina con su show, «Efectiviwonder», y triunfa en «El Hormiguero». Nada que se hubiera imaginado cuando era botones

Siendo uno de nuestros cómicos de cabecera, Sergio Fernández (Málaga, 1973), El Monaguillo, conserva ese espíritu travieso que le complicó la vida en el cole y hace humor con la sencillez con la atiborraba garitos de joven. Fruto de su constancia y su exigencia, cumple trece temporadas en «El Hormiguero» –imparable en su arranque en Antena 3–, y regresa el 5 de octubre al madrileño teatro La Latina con su aclamado show «Efectiviwonder». Además, Atresmedia le ha encargado otro formato de relumbrón, que está en capilla y del que no puede dar detalles. Prefiere contarnos que un día fue botones de hotel en Marbella «y alguien me dio la oportunidad». Y las que le quedan.
Trece años colaborando en «El Hormiguero», que ha arrancado líder. ¿Cada temporada cuesta más reinventarse?
En mi caso, intento fabricar historias de lo que me pasa. Mi sección, la de los «cacharritos» de Japón, tiene un trabajo que la gente no ve. Cuando acaba la temporada, cuatro personas vamos quince días a Japón a comprar cosas y luego toca construir la sección con argumento. El programa, lo que tiene muy claro es el tono y el ambiente. Pablo Motos es un obseso del trabajo y siempre busca la excelencia. Está igual de nervioso que el primer día y su pasión nos arrastra. Para el equipo, más que un jefe, es un referente.
¿Cómo logran aguantar las embestidas de la competencia?
Creando un mundo al que estás invitado a participar y todos tenemos que hacer que funcione. Yo compito conmigo mismo, que soy mi peor enemigo.
¿Cuándo se convierte Sergio Fernández en «El Monaguillo»?
A finales de los 90, cuando llegué a Onda Cero con Jose Luis Salas. Esto del humor lo hacía sin cobrar, con los amigos. En la radio, mientras todos hacían una labor periodística, me dedicaba a «vender morcillas». Por eso me llamaba «monaguillo». El que se bebe el vino del cura, el gamberro de esas ceremonias…
Confiesa que hacer reír le sacó de la calle. ¿Es literal?
Era botones de un hotel, en Marbella, y ahí me fui a hacer radio gratis, hasta que me llaman de Onda Cero Madrid. Lo bonito de empezar desde abajo es que ahora que estoy en teatros recuerdo cuando actuaba en bares de 50 personas y tenía que intentar que no hablaran. Estuve 15 años haciendo la madrugada con Onda Cero, con La Parroquia. Luego llegaron Jorge Salvador y Pablo y me ficharon. Han llegado cosas que no había soñado.
Y entre tanto cómico, ¿de cuál ha tomado más apuntes?
He tenido la suerte de trabajar con los mejores. Por ejemplo, Josema Yuste me enseñó que para hacer humor en el teatro eran muy necesarios los silencios.
¿En qué ha mejorado y en qué ha ido a peor este negocio?
El humor está haciendo maratones. Se ha filtrado mucho y tenemos tenemos el mejor café que da la máquina. Gente que hace humor en pódcast y que también está genial. Yo era botones y ahora hago humor porque alguien me dio la oportunidad. Eso sí, el público es más sabio que cuando empecé.
Ha escrito nueve libros y va a por el décimo, ¿también le ha molestado que María Pombo diga que «leer está sobrevalorad» o vive y deja vivir?
En parte le doy la razón porque escucho audio libros. En serio. Leer no está sobrevalorado y María es una chica majísima que tiene mucho sentido del humor.
En el cole creo que era un alumno incontrolable…
Era el más malo del colegio. Mi profesor, don Enrique, me amarraba con una cuerda a la silla y al acabar me desataba. He vuelto loco a toda la EGB y al Bachillerato. No estaba diagnosticado, no sé si tenía un TDH o un Audi 3. El único que me diagnosticó bien era mi padre que me decía que si era tonto (risas).
Ha tenido show propio, participado en «El Desafío» y en «Tu cara me suena». ¿Por qué derroteros va a seguir lo suyo?
Seguiré en «El Hormiguero» y tengo otro proyecto. Solo te diré que es potente y en Antena 3. Además, he firmado dos años más en el teatro La Latina, con mi show «Efectiviwonder», donde parodiamos mi infancia comparada con la de los niños ahora.
Ahora que hemos cogido confianza, ¿alguna anécdota de «El Hormiguero» con algún invitado que pueda contar?
A Pedro Sánchez le he acostado en el suelo y le puse a dormir con una almohada de Japón. Fue antes de ser presidente, cuando era amigo nuestro.
De lo que pasa en el mundo, ¿qué no le hace gracia?
Las injusticias, las guerras… todo lo que diría una Miss Mundo.
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