
Confesión
Victoria Beckham confiesa por qué decidió quitarse los implantes de pecho
La diseñadora asegura que Roland Mouret la ayudó a encontrar su verdadera identidad

A los 51 años, Victoria Beckham habla con la serenidad de quien ya no necesita demostrar nada. Atrás quedaron los años de escotes imposibles, bronceado artificial y cejas milimétricamente dibujadas que definieron la estética de los 2000. En una reveladora entrevista con The Sun, la ex Spice Girl ha explicado por qué decidió deshacerse de los implantes mamarios que durante años fueron parte de su imagen pública. Su respuesta, tan directa como elegante, no necesita adornos: "No sé dónde se fueron los pechos... pero se fueron".
Victoria recuerda aquel cambio como un punto de inflexión en su vida. Detrás de esa transformación no hubo un cirujano, sino un diseñador: Roland Mouret, el creador francés que -según ella misma admite- fue clave en su evolución. "Definitivamente fue trabajar con Roland lo que lo impulsó. Es genial y no tendría una carrera si no fuera por él", confesó. Mouret no solo redefinió su manera de vestir, sino su forma de estar en el mundo. La animó a bajar el volumen, a dejar atrás el personaje que la fama había construido y a encontrar una voz propia dentro de la moda.
Gesto de independencia
Durante los primeros años de su exposición mediática, Victoria Beckham vivía atrapada entre la frivolidad de la cultura celebrity y la presión de ser tomada en serio. Ella misma lo reconoce: "Surgió de la necesidad de que me tomaran más en serio y de no saber quién era. Roland me animó a ser yo misma, a no sentir que tenía que ser esa persona". Su decisión de quitarse los implantes fue, en realidad, un gesto simbólico de independencia: una forma de recuperar el control sobre su cuerpo y su narrativa.

Cuando en 2008 lanzó su marca homónima, Victoria Beckham, la metamorfosis fue completa. De icono pop pasó a convertirse en una de las diseñadoras más respetadas de la industria británica. En su reciente docuserie de Netflix, también titulada Victoria Beckham, la empresaria reconoce que Mouret fue el mentor que la guió en esa travesía del escenario al atelier. "Roland vio algo, no sé qué, pero conectamos y creyó en mí. Era muy honesto y muy firme. No le importaba si me gustaba o no lo que decía; simplemente lo decía", recordaba entre sonrisas.
En la entrevista, Victoria reflexiona también sobre aquellos años de exceso y búsqueda, una época marcada por los estilismos hipersexualizados de las WAGs, las esposas de futbolistas que conquistaban titulares durante el Mundial de Alemania 2006. "Fue divertido. Tenía pechos grandes. Tenía el pelo largo. Nosotras, las mujeres, íbamos de compras. Recuerdo a una esposa que había comprado tanta ropa que no podía entrar por las puertas giratorias del hotel", contó con humor.
Hoy, la mujer de David Beckham se permite mirar atrás con ternura, sin arrepentimiento. Acepta que hubo una etapa de confusión tras el final de las Spice Girls, cuando buscaba desesperadamente un propósito y se refugiaba en los clichés de la feminidad exagerada: "Había muchas extensiones, blusas ajustadas y bronceado artificial, aunque eso aún lo uso", admite entre risas.
El tiempo y la experiencia la han devuelto a la esencia: la de una mujer que ya no necesita máscaras ni artificios. En un mundo donde la imagen sigue siendo moneda de cambio, Victoria Beckham ha aprendido que la verdadera elegancia está en saber quitarse lo que sobra.
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