Moda y estilo
Yolanda Díaz: lazos y mangas abullonadas para la izquierda exquisita
Nadie negará que hipnotiza a su interlocutor, ha cultuvado una imagen romántica muy alejada del estereotipo de izquierdas
Desde noviembre de 2021, cuando anunció en Valencia que iba a hacer «algo maravilloso», Yolanda Díaz no ha dejado de sumar en su armario prendas abullonadas. Camisas, camisolas, blusas y canesús. Ha lucido mangas estilo globo, emulando las alas de la mariposa o, como dicen los expertos en tendencias, estilo Julieta. A sus ropas voluminosas le gusta sumar una gran lazada en el cuello y, últimamente, en la cintura, que nos transporta a una época romántica en la que la estética centra la atención en cualquier espacio para sumar miradas. Sumar es la clave.
Ha ido sumando en estética refugiándose en un romanticismo cómodo para sugestionar al ciudadano, envolviendo sus ideales comunistas en ropajes delicados, para no violentarle demasiado, y creando un imaginario más relumbrante que profundo. En sus expresiones, su forma de vestir y sus gestos, la vicepresidenta teatraliza un estado del alma casi sublime. Frente al guirigay de otros políticos, ella enarbola su lazada, que es como una oda a la calma. Sabe que ahí está su baza. Ahí y en insinuar el vago anhelo de algo mejor, aunque sin terminar de desvelar el objetivo detrás de sus decisiones, llevándonos lejos en un camino envuelto de humo.
Una vez que juró el cargo como vicepresidenta, de blanco impoluto y sin poner la mano en la Constitución, enseguida se la erigió como maestra en seducción y empezó a sacarle provecho. Prohibido mencionar el mito de la mujer fatal, con la de buenos momentos que dio esta figura a la literatura y al cine. Ahora dicen que los fatídicos son solo los hombres y sus miedos. Intentar encajar la personalidad de Díaz en este mito nos llevaría a la guillotina mediática por misoginia. No sería justo insinuar que pueda ser la perdición de los hombres, pero nadie negará que hipnotiza. Por obvio o por hacerlo sin ambages, se puede mencionar a Alberto Garzón, el primero en replegarse a su proyecto Sumar.
Desde ese don hipnótico, maneja las palabras de manera que consigue atraer las mentes a su terreno. Esta misma semana ha sorprendido con una de sus frases más habilidosas: «En los momentos claves de la historia hay que estar». La interpretación ha sido inmediata: ¿aspira, definitivamente, a presidenta? La pregunta se convierte ya en una batalla ganada. Es una táctica de sugestión muy directa. Su convencimiento es mayor porque lo dice mirando fijamente, sonriendo y con su característico tono de voz meloso. Habla de sí misma aludiendo a la «política con mayúsculas». Piensa en grande y obtendrás lo que siempre has deseado. Así arranca cualquier manual de autoayuda y ella lo lleva a su proyecto, aunque el gobierno de un país esté necesitado de razonamientos más complejos.
De toda la gama de expresiones posibles en el Congreso, Díaz se ha conformado con una, la amorosa, para darle después diferentes matices: amor maternal, pasional, posesivo, racional, fugaz, cortés, reverencial y, sobre todo, amor propio. Parte de su éxito radica en sumar afectos y no escatima besos, abrazos y carantoñas. Casi 20 segundos duró su felicitación a Lula da Silva en su toma de posesión como presidente de Brasil. Tan cariñosa se mostró que se hizo viral. «No me quieras tanto, quiéreme mejor», parecen decir entre dientes las ministras de Unidas Podemos, poco amigas de mitos románticos y de pensar que el amor lo puede todo. Mientras Díaz insiste en que todo o nada, ellas no han dejado de desconfiar y desafiar.
Su nueva revolución
Hoy cierra una etapa a la que ha dado un sentido mesiánico, anunciándose como la gran conductora de los españoles en su nueva revolución. Se ha dejado querer diciendo lo justo y prefiriendo que su imagen hable por ella. Año y medio después de sumas y alguna resta, nadie sabe exactamente qué, cuándo, cómo ni con quién, pero tiene la exquisita cualidad de conseguir que, con perdón, el coño de la Bernarda suene a conexión angelical, a música para el alma.
De progre a «preppy»
La evolución de estilo de la ministra Yolanda Díaz ha sido paralela a su escalada de posiciones dentro del Ejecutivo de Pedro Sánchez. Las dos claves de este ha sido su peinado y sus «looks», que poco tienen que ver con la imagen que tenemos de archivo de la política que busca liderar el espacio a la izquierda del Partido Socialista con el proyecto Sumar.
Si en su tiempo en Galicia su apariencia tenía más que ver con la izquierda más combativa, desde que prometió su cargo delante del Rey Felipe VI el cambio ha sido radical, girando hacia una imagen más propia de la izquierda exquisita.
En ese camino, el color blanco ha sido su mejor aliado: se lo vimos cuando accedió al Ejecutivo y también en otro momento clave, como fue su participación en la última moción de censura al Gobierno hace unos días, cuando con un impecable traje de chaqueta con generoso escote y pelo sutilmente recogido tuvo sus minutos de gloria para presentarse como la alternativa de la ministra de Igualdad, Irene Montero.
La vicepresidenta segunda del Gobierno ha pasado en estos años de un estilo muy desenfadado a un «look» clásico, con una paleta que incluye, además del blanco, el camel entre sus colores favoritos, además de jugar con pantalones de corte palazzo, blusas con puntillas o grandes lazadas –al cuello o la cintura– y recogidos (muchos trenzados) llenos de romanticismo.
Con nuevo proyecto político y ante un historial de estilo tan particular, auguramos que los «outfits» de Díaz serán una parte fundamental en su estrategia de comunicación no verbal.
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