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Irene Villa: "Hay que luchar por la vida, pero no estamos aquí para sufrir"

Tras la polémica surgida por el suicidio asistido de María José Carrasco, la periodista y psicóloga, víctima de eta, habla claro de temas actuales a dos semanas de las elecciones.

Foto: Gtres
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Tras la polémica surgida por el suicidio asistido de María José Carrasco, la periodista y psicóloga, víctima de eta, habla claro de temas actuales a dos semanas de las elecciones.

«Tras el atentado que sufrí, a mi padre le dijeron que era un amasijo de carne y huesos, sin piernas, sin partes de las manos, la cara destrozada... Él siempre ha reconocido que en ese momento, si la eutanasia hubiera estado legalizada, habría decidido que me dejaran morir. Me lo recordó cuando me llevó del brazo al altar: “Si la ley lo hubiera permitido hoy no estarías aquí”. Es muy peligroso tomar decisiones cuando se sufre, más aún si es sobre la vida de los demás». Así hablaba Irene Villa (40) hace solo dos años en un debate sobre la eutanasia que esta semana ha retornado a las portadas tras el suicidio asistido de María José Carrasco. Esta mujer, de 62 años y diagnosticada desde hace 30 de esclerosis múltiple, fallecía el pasado miércoles después de que su marido, Ángel Hernández, le suministrase una sustancia para ayudarla a morir. La periodista, que tenía solo 12 años cuando una bomba de la banda terrorista ETA –el 17 de octubre de 1991– le arrebató ambas piernas y tres falanges de su mano izquierda, recupera hoy su firme discurso. Sin juzgar ni dar lecciones, Irene entra en la polémica con la empatía de la que siempre hace bandera, ya sea en una conferencia o para LA RAZÓN: «Yo lo que defiendo es que hay que luchar por la vida, pero también creo que no estamos aquí para sufrir». Irene asistirá horas después de nuestra charla al I Congreso Internacional de Humanización de la Asistencia, en Valencia, para colaborar en la conferencia inaugural titulada «Saber que se puede», donde se tratarán temas como el acompañamiento en el proceso de morir. 28 años después de aferrarse a una existencia que se le escapaba, la también psicóloga sigue siendo un ejemplo de superación, generosidad y resiliencia: «Mi lema desde niña fue mirar al frente: ten valor y jamás te rindas». Ni siquiera su reciente ruptura con el ex tenista y empresario argentino Juan Pablo Lauro, al que diez años antes había presentado como «el hombre que pensé que no existía», minan su sonrisa.

El vaso medio lleno

Cinco meses después de ese adiós marital tras siete años casados, hallamos a una Irene tan serena y positiva que parece dibujada: «En la vida hay momentos en los que uno se cae, pero el esfuerzo por levantarse y las ganas de seguir caminando pese a las dificultades son innegociables», sostiene la escritora. Madre de tres varones, Carlos (6), Gael (3) y Eric (2), cuando tiene lugar esta entrevista desenreda cenas y baños mientras le invito a «mojarse» con actualidad política y social, que poco o nada encajan con su equilibrio. Quizá por eso siempre ha replicado con calabazas cuando quien la ha rondado (y le ronda) es un partido político: «Le he dicho que no a la política porque lo que yo defiendo no puede identificarse con un solo partido, sino que tendría que estar en todos: derechos humanos, igualdad, sentido común, convivencia, mejoras sociales, entendimiento, progreso...».

Sin embargo, cuando le interrogo por los nuevos perfiles de candidatos, desde toreros a actores, pasando por periodistas, escoge animarles: «Si les gusta y saben hacerlo, ¡adelante!». Incluso cuando saco a colación el debate de la crispación, que escolta la actualidad a dos semanas de la elecciones generales del 28 de abril, Irene ve el vaso medio lleno: «Siempre me han preocupado los radicalismos –reconoce– pero sinceramente creo que la mayoría desea una armoniosa convivencia y el bienestar común». Si las cuestiones enfocan en la exhumación de Franco o el conflicto catalán, entonces teoriza pero sin concretar afectos: «Me produce dolor todo lo que se hace en nombre del odio, la intolerancia o el rencor». Sin embargo, en la semana en la que el aborto también ha irrumpido en las tertulias, tras la propuesta de Isabel García Ayuso, candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid por el PP, de ponderar los derechos del no nacido, Irene sí se muestra resulta y coherente con su biografía: «Hay que facilitar la vida, no el aborto. Y que habría que sensibilizar a los jóvenes en las maneras que hay para evitar un embarazo no deseado (y enfermedades, por cierto)». Hay que recordar que el 22 de noviembre de 2018 la periodista tuvo que someterse a una extirpación de las trompas de falopio, tras sufrir un embarazo ectópico del que iba a ser su cuarto retoño: «Siempre tuve la esperanza de tener una hija y quién sabe si mi deseo estuvo a punto de cumplirse», desahogó entonces. Ya metidas en temas ligados al omnipresente #Me Too, le cuestiono: – «¿Irene, te consideras feminista?» Ella, que acaba de ser subcampeona de esquí adaptado en Sierra Nevada, se desliza con un «soy humanista, pero también defiendo la igualdad porque es cierto que tenemos diferencias, que además nos enriquecen y complementan. Pero tanto hombres como mujeres tenemos capacidades ilimitadas y un potencial increíble. Si tuviéramos las mismas oportunidades que ellos, los beneficiados seríamos todos». ¿Cree entonces en el sistema de cuotas que reclaman algunos colectivos? La psicóloga teoriza: «Creo que en valor que tenemos las mujeres y que debemos creer más en nosotras mismas». Ella, que cumplió 40 unos días antes de separarse, sigue apostando más que nunca por sus posibilidades: «Siento que acabo de nacer. Con lo cual está todo por hacer. Tengo muchísimas ilusiones en forma de proyectos, tanto laborales como de mi Fundación, y sobre todo muchísimos planes con mis hijos, que son una fuente inagotable de energía y felicidad». Irene prefiere ejercer de madre que hablar sobre sus hijos y su nueva situación personal. Sin embargo, hace unos días sí subrayó en una revista lo orgullosa que está de sus pequeños: «Nuestros hijos son entusiastas, felices, sociables –le confesaba a la revista «Hola»–. Les hemos enseñado a que saluden, hablen con la gente, se despidan... como en Argentina, que se tiene tan en cuenta, por ejemplo el respeto a los mayores». Irene, a la que su locuacidad torna en silencio cuando se le pregunta por su separación de Juan Pablo Lauro, también desvela en dicha revista lo cordial de su relación con el ex tenista: «Al tener la custodia compartida, tenemos que hablar muchísimo. Todos los días nos mandamos vídeos, audios... y estamos en comunicación constante, por los niños. Nos hemos hecho mucho bien mutuamente. Lo que no tendría sentido es estar a la gresca. Eso no lo entendería nadie». ¿Y volver a enamorarse? «Ahora no me gustaría, porque estoy disfrutando de mi libertad –confiesa–, de mis hijos, mis viajes y ya ves que no paro, y una pareja te reclama tiempo, atención...Vendrá. Estoy segura de que vendrá».

«Mi madre no respalda ningún partido»
«La madre de Irene Villa, la estrella de Vox en el último acto de Monasterio en Madrid». Cuando el pasado 12 de marzo, María Jesús González asistió en primera fila al mitin que la formación de Santiago Abascal celebró en Móstoles varios medios lo interpretaron como apoyo al partido. Más aún, cuando en su discurso, Rocío Monasterio, presidenta de Vox en Madrid, la citó como «un símbolo de la resistencia, de convicciones, de la dignidad que quiere tener España y que queremos representar». Sin embargo, Irene desmiente tal vinculación: «Mi madre es amiga de la madre de Abascal porque fueron juntas a muchas manifestaciones contra ETA, pero no respalda a ningún partido y jamás se ha afiliado. Es libre de ir a conferencias y ningún periodista tiene que nombrarla como ''apoyo de'' o ''estrella de''». María José, funcionaria de la Dirección General de Policía de Madrid y vicepresidenta de la AVT, también perdió una pierna y un brazo en el brutal atentado de ETA en 1991.