Arte, Cultura y Espectáculos

Joaquín Cortés: «Soy flamenco al cien por cien, pero a mi estilo»

«Me arrepiento de ese pronto que tengo», dice Cortés
«Me arrepiento de ese pronto que tengo», dice Cortéslarazon

Después de cuatro años de pesadilla, Joaquín Cortés ha sido absuelto de los delitos de estafa y apropiación indebida. Un larguísimo calvario en el que el bailaor ha vuelto a preguntarse, una vez más, por qué alguien como él que ha llevado el nombre de España a medio mundo y que ha sido reconocido por los más grandes del planeta recibe mucho menos cariño por parte de la prensa nacional y nunca se ha sentido apoyado por las instituciones: «No me apoyaron cuando las necesité, pero luego cuando había un acto importante como la Expo Universal o una actuación en la Casa Real siempre llamaban a Joaquín Cortés y yo me preguntaba: ''¿Por qué no llevan a todas esas compañías que subvencionan y pagamos todos los españoles?"». Sea como fuere, lo cierto es que ni los malos tiempos ni los malos vientos han podido con él, que vuelve a los escenarios madrileños desde el día 20 de diciembre al 6 de enero, plantándole cara al universo al presentar su «Dicen de mí...».

–El título de su nuevo espectáculo parece pura provocación...

–Cuando nos reunimos y nos preguntamos qué nombre le poníamos a este espectáculo recordé todo lo que la Prensa había dicho de mí en España (porque sólo es en España, no me pasa en ningún lugar del mundo) y pensé: Pues le voy a poner «Dicen de mí...». Es un poco atrevido sí, pero también valiente. Yo creo que en la vida hay que ser valiente.

–Siempre lo ha sido. Sobre todo en los escenarios, al pelearse con el flamenco tradicional e imponer su personalidad en la danza.

–Pues en este espectáculo, además de todo eso, que ha sido un poco una revolución, hay una fusión de estilo, de danza y de música, con metales, cuerda, guitarra, percusiones, batería, bajo eléctrico, seis voces... De alguna manera quiero volver a mis raíces flamencas. Y de hecho me acompañan tres chicas jóvenes que van a ser una sorpresa y que no son bailarinas, son flamencas. ¡Tanto que se me ha criticado a mí que no soy flamenco y lo soy al cien por cien..., pero al estilo Joaquín Cortés! No soy flamenco tradicional ni ortodoxo clásico, porque eso me aburre. Pero soy gitano y el flamenco lo llevo en la sangre, aunque haya cosas con las que no comulgo. Por eso he sido un poco el precursor del cambio revolucionario del flamenco y el responsable de universalizarlo y hacerlo apto para todos los públicos.

–Y también el que lo ha llevado a más lugares durante muchos años ¿no?

–Bueno, es que llevo muchos años en carretera. Yo no empecé con veintitantos años como Gades o Antonio Ruiz Soler. Empecé con 12 y tengo 43. Y todos tenemos fecha de caducidad, somos mortales desgraciadamente.

–Pues no se le intuye ni fecha de caducidad ni el miedo a la crisis, que esto del 21 por ciento del IVA afecta a los teatros y mucho.

–Ya. Pero yo creo que los artistas tenemos que estar ahí. A mí me gusta diferenciar a los que son artistas de verdad de los que no lo son. Yo siempre voy a ser artista y por eso de pronto tengo dinero, de pronto no tengo un duro y me lo gasto todo...El artista verdadero nunca piensa en la economía sino en el arte. Yo no concibo esta vida como un negocio, aunque luego pueda serlo.

–Pero hay una compañía, unos gastos...

–¡Que me lo digan a mí! En el espectáculo vamos a ser unos treinta y pico pero luego somos muchos más, casi ochenta... Pero mira Mozart murió en las vías del tren, muerto de hambre, dando vueltas. Y era Mozart, y mira el legado que nos dejó. Anda que no ha habido genios que al final... Pero a mí me gusta subirme al escenario y soñar e intentar que la gente sueñe conmigo y creo en la magia de que se abra el telón y preguntarme qué voy a descubrir, que voy a sentir, qué emociones voy a compartir con el público. Todo eso vale mucho más que el dinero. Yo ya me he dado cuenta de que los artistas así, no tenemos un duro, somos pobres, pero da igual, que te quiten lo bailao.

–¡Y mira que ha bailado! ¡En todo el mundo!

–Yo creo que hay dos o tres embajadores de España en el mundo: Plácido Domingo, Julio Iglesias y, modestia y aparte, yo, que hemos viajado por todo el mundo. No hablo sólo de Latinoamérica, que es donde van todos los cantantes españoles, sino Italia, Nueva York, Rusia...

–Bueno es que ha actuado hasta en la gala del Premio Nobel de la Paz o en los Oscar...

–Ha habido grandes hitos, la verdad. En el Kennedy Center de Nueva York me vino a ver al camerino ¡Paul Newman! Yo había conocido a mucha gente de la moda, del cine, a cantantes ¡pero Paul Newman es Paul Newman! ¡Y se puso de rodillas y me empezó a tocar los pies y a besarlos...! En Montecarlo vino a saludarme Diana Ross, de la que yo de pequeño estaba enamorado y Michael Jackson, que salió antes que yo y luego se sentó en la primera fila con Seal, Jamiroquai... y después vino al camerino, emocionado, a pedirme que le enseñara unos pasos de baile. Porque él lo que quería era ser bailarín. Así que tonteamos un poco haciendo un par de posturas de flamenco y le encantó. También bailé un tango con Alicia Keys en los Grammy que se celebraban en el estadio de los Angeles Lakers, con los Rolling y U2 en primera fila, que se pusieron de pie al recibirnos y tras ellos ¡las veinte mil personas que veían el espectáculo en directo...!

–Impresionante, la verdad...

–Sí y también lo fue y mucho actuar en Río de Janeiro, en la «praia» como dicen ellos, con casi un millón de personas viéndome, entre ellas Maradona, Pelé o Christopher Lambert, en el mismo escenario en el que el año anterior habían actuado los Rolling...

–Le será difícil elegir, pero creo que, tal vez, el escenario al que más cariño le tiene es el del Royal Albert Hall de Londres, ¿no?

–¡Es como mi casa! Yo creo que he estado cerca de 20 veces, metiendo más de 7.000 personas por día. Julio Iglesias creo que fue a una entrega de premios, pero no actuó y Enrique Iglesias estuvo un día, pero no llenó. Y hace poco va Bisbal y en Telecinco dicen que él, Enrique Iglesias y Julio Iglesias ¡son los únicos que han actuado allí ! Y yo me digo: ¡pero si es mi casa, si voy cada año y medio y me tiro dos otres noches y han venido a verme Eric Clapton, Jagger o Bono de U2 mil veces!

–¡Pues eso que se lleva...! ¡No le debe quedar nada por alcanzar!

–Mira, yo creo que los artistas siempre vamos a querer más. Después de todo eso, ahora me apetece Madrid porque es Navidad y yo siempre me quedo en Navidad en España. Incluso una vez que Madonna me pidió que hiciera un concierto en Navidad con ella le dije que no, porque yo quería estar en casa y con mi familia. Y me apetece la familia y luego conseguir retos, decir: ¿dónde ha llegado el bailarín máximo? Pues ahí quiero ir yo.

–¿Pero quiere ir con familia o sin ella?

–Eso cuando me retire. No quiero ser el típico padre que está por ahí de gira y el niño criándolo la madre o en una guardería. Soy gitano y el día que tenga un hijo quiero estar con él. No es que me vaya a retirar por eso, me retiraré por la edad. Pero si a lo mejor nunca he dado aún el paso de casarme, es porque el día que me case quiero estar con mi familia.

Personal e intransferible

Pocas personas saben que Joaquín Cortés es un maniático de la limpieza o que estuvo a punto de ser «El Zorro»: se lo ofrecieron, lo rechazó y al final lo hizo Banderas, porque «yo soy bailaor, aunque haya hecho mis pinitos en el cine con Almodóvar o con Saura». Y lo que no muchos recuerdan es que si alguien empezó a dejarse vestir en los escenarios por un diseñador fue él, allá por el 95. «Elegí a Armani y la gente se volvía loca cuando aparecía en los escenarios de Londres o Moscú. Aquí se me criticó mucho. Y hoy no hay bailarín que no se quiera vestir por un diseñador». Lo que sí es público es que ha tenido muchas novias guapísimas e internacionales («ahora estoy emocionalmente estable»), que no reconoce hijos, aunque alguno se le adjudique, y que es un hombre constante, rebelde y con gustos muy españoles: «Me como hasta dos y tres platos diarios de jamón de pata negra». ¡Y hay que ver lo bien que le sienta!