España
José María Guelbenzu: «Somos un país ''pirata''»
Autor de culto, vuelve con «Mentiras aceptadas», que analiza la cultura del dinero fácil y la falta de solidaridad
Tras numerosos premios, una carrera literaria de «culto» y la serie policíaca protagonizada por la juez, Mariana de Marco, publica «Mentiras aceptadas» (Siruela), donde refleja la cultura del dinero fácil que había en España antes de que estallara la crisis. Sobre fondo histórico de pérdida de solidaridad y acorchamiento moral, late el cuidado desarrollo de sus relaciones, la preocupación de un padre por el incierto futuro de su hijo adolescente, la incidencia del entorno socioeconómico en los individuos e incluso cuestiona el papel del periodismo.
–Tras la sexta entrega de la serie policíaca de la juez Mariana de Marco, vuelve con una novela canónica... ¿La alternancia es oxigenante?
–Es una razón de comodidad en la medida de que me he acostumbrado a ello. Cuando tomé la decisión de escribir la primera policíaca, la alternancia era la mejor forma de no quemarme...
–El motivo fundamental que atraviesa la novela es abundar en que no existe un vínculo más fuerte que el de padres con hijos.
–Es un vínculo indestructible formado por inquietud, preocupación y disfrute a partes iguales.
–Como decía mi abuela, desde que nacen hasta que aprueban notaría.
–¡Y más allá! Es para toda la vida.
–El protagonista –que quiere transmitir valores a su hijo– es una persona ambigua y su actuación no siempre se corresponde con lo que predica.
–Todos somos ambiguos porque los personajes puros son los seres más peligrosos que hay sobre la tierra. Somos afortunadamente contradictorios.
–Gabriel es guionista de una serie de televisión. ¿Es el negocio audiovisual uno de los principales focos de mentiras aceptadas?
–Corren más mentiras por internet que por la tele. Se refiere a esa adaptación de la realidad a tu conveniencia.
–Por cierto, la ficción española está a años luz de «Los Soprano», «Homeland» o «Big Bang Theory»...
–Porque no entran en elementos dramáticos. O se van a lo histórico o al casticismo, que es el camino seguro para entretener a la gente.
–La madre de su novela es una trepa ¿es otro arquetipo muy típico de nuestro país?
–Sí, pero una trepa especial... No deja de tener sentimientos, emociones contradictorias, al tiempo que un camino trazado hacia la cumbre, ¡todo a la vez!
–Y el argumento de fondo: una oscura trama bancaria, la cultura del «pelotazo» que había en España... , ¿Tenemos ya perspectiva para abordar este tema?
–Perfectamente. Es un tema histórico que se sucede, aunque de distintas formas, dependiendo de los tiempos. Lo que más me interesa de ese momento –que no me gusta llamar «pelotazo»– es la gente que se dio cuenta de que aquí había trabajo y dinero.
–Y debe ser endémico: recordemos los 80 y los años siguientes. La práctica de dinero fácil sólo se frenó puntualmente con la crisis de 1993.
–Ya se sabe: vender algo que no tienes y sacar un dinero extra de golpe. Otras áreas son más complicadas, porque la lucha por el poder de un banco no es un «pelotazo», sino malas artes.
-¿Tan poca cultura democrática y política tenemos?
-Tenemos una democracia muy reciente y una política que es casi nula porque en este país el pueblo no ha participado nunca en ella. Sólo ha tenido una contemplación paternalista del Estado.
–¿Cómo es posible que con la Transición se establecieran las bases para un cambio social y que con el tiempo se hayan ido diluyendo?
–Para que la democracia perviva conviene que sea atacada. Nuestra democracia ha sido como esa hierba que crece muy deprisa pero apenas tiene raíz y en cuanto viene una seca se agosta, pero cuando enraíce volverá a brotar.
–Somos un país de pícaros, pero aquellos no manejan las cantidades que estamos sabiendo
–Cierto, pero si te das cuenta, el espíritu picaresco persiste: conseguir las cosas por la cara en lugar de con esfuerzo. ¡Eso mata a España! Seguimos siendo un país pirata.
–En la novela tampoco sale bien parada nuestra profesión, que se ha «degradado mucho», ¿por qué dice que empezó a partir del 23-F?
–¡Me lo habéis preguntado todos! Los periodistas que «han cogido el sobre» –como decían los taurinos– han aumentado... Y digo que fue a partir del golpe porque es el momento en que toman conciencia de su verdadero poder y hay sectores que lo han usado muy mal.
–Como mensaje último, ¿quería reflejar la desorientación del español, en este nuevo siglo?
–Sí. Porque la gente ganaba dinero y vivía bien, pero para quien quisiera mirar con rayos X, no podía escapársele la putrefacción bajo la superficie... Estaba, pero no se veía en el 2005.
–¿Tiene ya preparada una nueva entrega de la juez Mariana de Marco?
–Estará preparada para el 2014-15... Aunque tal como están las ventas y la piratería, ¡no se si merece la pena sacar un libro!
–¿Cómo perfila el seguimiento de ese personaje a lo largo de tantos libros?
–Es radicalmente inventado pero es cierto que cuando tenía una idea de cómo iba a ser, me crucé en el juzgado con una juez que me causó una impresión determinada que he trasladado al papel. Sigo con ella porque sigue interesándome.
–Se venden muchas novelas de entretenimiento ¿ya no hay público para novelas complejas?
–Siempre han sido minoritarias. Y es el público que yo busco. No seré nunca un «bestseller» ni aspiro a ello. Quiero que un párrafo no sólo entretenga, sino que suscite preguntas en el lector.
–¿Sería imposible una reedición de aquellos míticos «Cuadernos para el Diálogo» donde escribía?
–El pasado no vuelve nunca. Pero, verás, entonces, si había un «enemigo» era único pero ahora es múltiple. Era uno contra uno; un equipo contra otro.... ¡Pero ahora es toda una liga!
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