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Carmen Martínez Bordiú regresa al Valle 44 años después: “Estoy preparada”

La duquesa de Franco ha preferido mantener un perfil bajo durante los últimos meses. Asistió al entierro de su abuelo junto a su primer marido, el duque de Cádiz, y mañana estará presente en la exhumación.

Carmen Martínez-Bordiú a su llegada al funeral de su madre
Carmen Martínez-Bordiú a su llegada al funeral de su madrelarazon

La duquesa de Franco ha preferido mantener un perfil bajo durante los últimos meses. Asistió al entierro de su abuelo junto a su primer marido, el duque de Cádiz, y mañana estará presente en la exhumación.

“Estamos preparados”. No quiere esbozar frases que puedan ser malinterpretadas. Los nietos de Franco se han reunido estos días en la casa familiar para ultimar los detalles. Carmen sabe que volverá a ser testigo de un momento histórico en el que resaltará su imagen. No en vano es la duquesa de Franco por más que le pese al Gobierno de Pedro Sánchez. Por eso prefiere no hablar o que no trasciendan sus palabras. Por el momento. Apenas deja caer algún monosílabo. Los que la conocen bien saben lo que piensa. Se la ha visto seguida por la Prensa en Madrid. Está, como decíamos, preparada, como el resto. Es Francis Franco el que está llevando la voz cantante ante los medios.

Es costumbre que todos los 20 de noviembre se ofrezcan misas por el alma de Francisco Franco. Para unos el dictador, para otros, el jefe del Estado, y para los seis nietos del que también fuera Generalísimo, era el abuelo Paco. Este año las misas se seguirán encargando en diferentes diócesis de España, pero la de El Escorial, a la que aún solía asistir algún miembro de los Franco, como el bisnieto Luis Alfonso, ya no contará con los restos del difunto enterrados en la cercana cripta del Valle de los Caídos. A falta de un mes para el aniversario de su muerte y a 24 horas de la exhumación de sus restos, la familia regresa a rendirle los limitados honores que la ley les marca.

Cuando la matriarca, Carmen, ponga el pie en ese suelo granítico es posible que se le pasen por su mente los fragmentos que van del blanco y negro de 1975 al color de este 2019. O quizá lo sienta al revés. Después de 44 años, Carmen Martínez Bordiu, regresa a ese Valle como duquesa de Franco, viuda, divorciada, separada y amante de un joven australiano. La que en tiempos fue llamada “la nietísima”, que no creo que le hiciera ninguna gracia o a lo mejor sí porque Carmen tiene la cualidad, que practica desde su juventud, de hacer que las cosas le resbalen como la lluvia sobre una gabardina, es la imagen más mediática de la familia. Sin embargo, lleva más de un año manteniendo un voluntario y ansiado perfil bajo. Ha pasado casi una vida y ahora regresa como abuela de cinco nietos, con residencia entre Portugal, donde vive con su pareja Timothy; Francia, donde reside su hija Cynthia, y España, donde se instaló Luis Alfonso, el mayor de los tres hijos que ha tenido en su fascinante vida.

El día del primer entierro de su abuelo en la cripta del Valle de los Caídos, Carmen llevaba tres años casada con el duque de Cádiz, Alfonso de Borbón Dampierre, primo hermano del que a la muerte del abuelo se convertía en Rey. El hombre, del que Franco dudó si podría ser su sucesor, y su querida nieta mayor, se habían casado en El Pardo, donde vivía la familia y tenían un hijo de un año, Luis Alfonso de Borbón. Aunque era noviembre y el Valle de los Caídos está en plena sierra de Guadarrama, el día estaba despejado de nubes pero el ambiente era gélido. Carmen llevaba un abrigo largo de pelo, ceñido a la cintura con un cinturón ancho y se cubría la cabeza con un ligero velo negro. Entró en la basílica siguiendo el féretro de Francisco Franco, que portaban miembros de la familia, entre ellos su padre y su marido, que mostraba su luto con un brazalete negro en el brazo. Tenía 24 años y una vida completamente atípica para lo que su abuelo habría esperado de su nieta o quizá no. Es algo que ella posiblemente le pregunte estos días de recuerdos al cuadro del abuelo que adorna el vestíbulo de su casa madrileña.