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Carmen Lomana: «Estoy cansada de Carmen Lomana»

«Tengo 'cash', pero menos. Quiero quitarme activos»

Carmen Lomana, en uno de los pasillos de Ikea de San Sebastián de Los Reyes, descansa sobre una silla de playa (24,99 euros) junto a una orquídea (12,99 euros)
Carmen Lomana, en uno de los pasillos de Ikea de San Sebastián de Los Reyes, descansa sobre una silla de playa (24,99 euros) junto a una orquídea (12,99 euros)larazon

El «fenómeno Lomana» no se agota. Crece. Como las ventas de su segundo libro –«El glamour»–.

El «fenómeno Lomana» no se agota. Crece. Como las ventas de su segundo libro –«El glamour»– y su tirón mediático en «Así nos va», de La Sexta. Duerme poco. Cada vez menos. De ahí también saca el tiempo para convertirse en decoradora de un espacio en Ikea que se conocerá en septiembre. «Será un salón a buen precio», avanza.

–Pero, ¿usted consume Ikea?

–Mucho. Como ocurre con Zara, hay que saber mezclar. En mi dormitorio, tengo un sofá blanco enorme de Ikea que adoro bajo un espejo imperio y sobre una alfombra de «petit pua». Aunque no sé si me gusta más el que tengo en mi escritorio con las fundas lavables, es indestructible y no me costó casi nada.

–Desde que es popular, le costará pasear tranquila por los pasillos...

–Es un planazo, me escapo por las mañanas, que hay menos gente. No quiero ir ni con novios ni amigos para pararme donde me da la gana. Llevo bien la popularidad, aunque el otro día en un avión tuve que poner freno. Eran las doce de la noche, estaba dormida y cuando abrí los ojos tenía a una persona pidiéndome una foto. Es la primera vez que dije que no, porque tenía un agotamiento... ¡Y unos pelos!

–Pero, ¿y el «háztelo tú mismo» de Ikea?

–Ahí ya me has pillado. O me lo montan o tengo un manitas cerca o no tengo nada que hacer. No soy muy de bricolaje.

–¿No ha clavado un clavo en su vida?

–Alguno sí, pero mucho más no.

–¿Y cambiar una rueda de un coche?

–No, ni pienso. ¿Para qué voy a hacerlo yo?

–¿Le ha cogido miedo al volante? Se va a cumplir un año de su «autoatropello»...

–Sí, sobre todo cuando aparco. Me ha dejado secuelas en las piernas, roturas de capilares... Pero no me preocupan las señales que me han quedado. Total, todo el mundo se tatúa...

–No le veo yo con tatuajes...

–Nunca me han gustado. Te da un día la locura y luego al poco te arrepientes... Me aburre tener algo siempre igual. Bastante tengo con verme todos los días...

–¿Está cansada de Carmen Lomana?

–Sí, por eso me reinvento. Tengo una tendencia a cansarme de casi todo, menos de la inteligencia. Por eso tuiteo con Quim Monzó. Gracias a él , por ejemplo, he aprendido la diferencia entre bofetada y colleja.

–¿Y qué duele más?

–Que te den en el cogote es más humillante, prefiero una bofetada a lo Rita Hayworth.

–¿Cuántas ha repartido?

–No he pegado nunca a nadie.

–¿Y cuál ha sido la más dura recibida?

–La muerte de mi marido.

–Estamos en Ikea, ¿suele hacerse la sueca?

–Bastante, cuando alguien me molesta o no me interesa, hago como que no entiendo...

–¿Y cuando la subestiman porque creen que sólo sirve para hablar de trapos?

–Les subestimo yo a ellos al segundo por hacer juicios de valor sin conocer.

–¿Qué le queda por hacer? Pida un deseo.

–Quiero tener un programa propio en televisión con Boris Izaguirre sobre life&style, moda, cultura, propuestas de fin de semana... De picoteo. También me gustaría hacer un cameo en «La que se avecina».

–Pero su serie favorita es «Isabel»...

–Pero ya estoy un poco vieja para hacer de la segunda mujer de Fernando el Católico. Me encantaría ser Cristiana de Foix, que tuvo un hijo con el emperador Carlos I, que era su nieto y con el que se enrolló cuando tenía 17 años y ella se acababa de quedar viuda. Él se enamoró como un loco, la abuelastra se quedó embarazada y tuvieron una hija.

–Cambio deseo por ley. Derogue una.

–Promulgaría una para estar liberada de impuestos de por vida: del de sociedades, del de patrimonio...

–¿Cómo van sus empresas?

–Como pueden, sobreviviendo.

–Pero, ¿le queda algo de «cash»?

–Tengo, pero mucho menos.

–¿A qué ha tenido que renunciar?

–Me apaño porque he sabido siempre nadar y guardar la ropa. Quiero quitarme activos, porque los tengo vacíos y me está costando mucho mantenerlos. Tengo oficinas en los mejores sitios de Madrid y nunca pensé que se iban a quedar vacías. Pues bien, ni se alquilan ni se venden porque no hay gente con «cash». Por un piso que costaba 4 millones te ofrecen 900.000 euros...

–¿Es el momento entonces de comprar?

–Creo que sí, porque más no va a bajar. De todas maneras, lo bueno no ha bajado tanto.

–¿Se acabará la crisis?

–Todo mejorará el día que bajen impuestos a la clase media, cuando los bancos den créditos con cabeza que permitan hacer fluir el dinero y el Gobierno tome medidas para beneficio de los ciudadanos en materia social. Me gustaría que se redujeran de verdad los gastos de la Administración. No podemos mantener 17 autonomías gastando como marineros borrachos cuando llegan a puerto.

–Al menos se desahoga en Twitter ¿Podría vivir sin sus 151.944 seguidores?

–Hoy por hoy me resulta más difícil vivir sin Twitter que sin la alta costura. Me he enganchado. A veces intento estar un par de días sin conectar, pero me genera ansiedad. Me ha sido muy útil para mi libro, con los tuiteros testaba qué les preocupaba.

–¿Y qué les inquieta?

–Las bodas. Se están perdiendo las formas. Ellos se quitan la americana y se remangan. Y ellas, el tocado y los zapatos. Prohibido regalar bailarinas y zapatillas en las bodas.

–¿Se casaría de nuevo?

–Al menos una vez en la vida te tienes que casar. Cuando eres joven, tienes una relación estable, estás enamorado y quieres tener hijos, tienes que formar una familia estructurada. Esta moda de tener cuatro niños y no querer casarte no va conmigo.

–En plena reforma educativa, ¿urge una asignatura de buenas maneras?

–Obligatoria y evaluable. Y como libro de texto, el mío.