Asturias
El fuerte apretón de manos de la princesa
«Si la envidia fuera tiña...» , es lo que pensé el martes mientras realizaba mi trabajo en «Sálvame». Me sorprendió ver, después de darme paso Jorge Javier, cómo Mila Ximénez y Kiko Matamoros intentaron silenciar mi crónica sobre la presencia de la Princesa de Asturias en la vigésima edición de los Premios Fedepe. Sin argumentos dignos de su valía personal o profesional, la cual no pongo en duda, ejercieron una labor inquisitoria hacia mi persona y mi derecho a informar. No me dolió, pero me molestó que mis compañeros traten de ahogar mis palabras entre gritos y espasmos. Pura puesta en escena de quien, con su intolerancia, muestra su propia debilidad.
Dicho esto, vuelvo a la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en la que, un año más, un grupo de mujeres directivas, ejecutivas, profesionales y empresarias premian la labor de sus semejantes y luchan por que sean más quienes ocupen los puestos de responsabilidad en la sociedad.
La Princesa Letizia fue recibida como tal, pero fueron sus palabras las que reivindicaban que las mujeres españolas «no tengan que elegir entre el éxito profesional y la realización personal». Y recordó que «la conciliación sigue siendo muy difícil en España y no sólo es una cuestión de recursos, sino de mentalidades, inercias y educación». El discurso y la actitud de la Letizia Ortiz periodista, más que de la Princesa de Asturias, calaron hondo. Tal vez ayudó encontrase rodeada de mujeres hechas a sí mismas. Habló y se fotografió con los asistentes. No hubo distinciones entre premiadas, invitados y periodistas. Hasta me felicitó por mi santo. Y me sorprendió gratamente su buen nivel de inglés con acento británico al entablar una conversación con el hijo de un primer ministro israelí. Se mostró feliz entre las mujeres trabajadoras y profesionales, mientras Pepa Nieto y Gema Nierga la recordaron su faceta periodística. De resultar inalcanzable y verla en la pequeña pantalla, he pasado a hablar con ella e, incluso, a tocarla. No se corta al dar un buen apretón de manos. Se nota la sangre asturiana.
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