América

Córdoba

Emilio José: «Nunca quise ser Julio Iglesias o Serrat»

Cantautor

Emilio José, cantautor
Emilio José, cantautorlarazon

Emilio José sí puede decir con entera propiedad que aprendió de sus padres: eran maestros, su madre le dio clases de párvulo y su padre después. Podría haberse hecho un hombrecito sin salir de casa, pero fue a la escuela en la que enseñaban papá y mamá. Más tarde empezó a estudiar Magisterio y lo dejó: «No me gustaba estudiar; me gustaba el cante; mientras los demás chicos jugaban al fútbol, yo le daba a la guitarra y escuchaba en la radio los programas musicales y de discos dedicados; allí estaban Antonio Molina, Joselito, Juanito Valderrama...».

–Entonces le gustaba el flamenco, lo sé; pero no sabía que es primo de Julio Anguita...

–Somos primos lejanos. No tenemos mucho trato, pero nos vemos cuando voy por Córdoba. Le tengo estima, creo que es un gran ser humano y un político coherente.

–La familia dejó Córdoba en el 62 para instalarse en Barcelona...

–Mis padres pensaron que era lo mejor para nosotros, que allí tendríamos más oportunidades. Tengo buenos recuerdos de entonces. Un hijo mío nació allí.

–Dejó de estudiar y se empleó en trabajos administrativos...

–Era auxiliar administrativo en el banco de Santander. No me gustaba. Lo hacía para comer. Para mí, lo primero siempre ha sido la música, y luego, cantar.

Porque le tiraba la tierra de la que se tuvo que ir, su primer álbum se llamó «Campo herido». Sentía nostalgia del campo y de los amigos que dejó atrás. «Era más bien un disco de denuncia; es muy duro tener que emigrar para mejorar».

–Nació entonces un eslogan: «España es diferente».

–España es diferente y siempre igual.

–Para salir adelante se marcó la ruta de los festivales...

-Claro, entonces no había «Operación Triunfo» ni «La Voz». Necesitaba darme a conocer. Gané festivales, entre ellos, en el 72, el de Benidorm con «Soledad».

–Su gran éxito. No sé si se aburrió de cantarla...

–Tengo con «Soledad» una relación de amor-odio. Hay canciones que marcan, para bien y para mal. Para bien, porque te dan fama y dinero; para mal, porque parece que no has hecho nada más. Y yo tengo trescientas canciones. Pero si me voy de un recital sin cantar «Soledad», me matan.

–Luego la cantó Nana Mouskouri y vendió dos millones de discos en toda Europa...

–Creo que fueron más. La grabó en alemán, francés, inglés, griego, incluso en español. No, no me molestó su éxito: algo me tocaba de él, claro.

–¿Qué le faltó para ser una estrella como Julio Iglesias, Raphael...

–Grandes campañas de publicidad, de marketing, que una gran casa discográfica hubiera apostado fuerte por mí. Quizá también me faltó una gran ambición, saber venderme.

–No le obsesionaba el éxito...

–No, la verdad es que no. Yo sólo quería cantar y divertirme cantando. Vivir de la música. Eso quise y eso quiero. Nada más.

No se ha arrepentido nunca de la falta de ambición: «Nunca me arrepiento de nada, porque hago lo que quiero; no quise ser Julio Iglesias, al que tengo mucho respeto, o Raphael; tampoco quise ser Serrat, porque no me gusta politizarme; soy lo que he querido ser».

–Busco en internet y le veo en una página web de «Cantautores olvidados».

–No creo que me hayan olvidado. Muchos me dicen que debería ser un cantautor más reconocido. Quizá sí, pero me he sentido querido siempre. Ahora los tiempos son otros.

–Ya, no se venden discos...

–No se venden, y no hay lugares donde cantar como los de antes: Windsor, Florida Park... Ahora hay garitos pequeños en los que te pagan una mierda. Por eso prefiero ir a América: actúo allá más que aquí. Prefiero cantar menos a estar de jurado en «La Voz» o en «La Granja» ordeñando vacas.

–Dicen que España olvida con facilidad...

–Olvida lo que quiere, porque ahí tiene a algunos políticos siempre a vueltas con la memoria histórica, con Franco, en lugar de ocuparse de los parados. Pero sí: aquí te desplazan por la edad y no existes. América es más agradecida. España te usa y te tira. Es del último que llega. Muy esnob.

Tiene siete hermanos, dos hijos, dos nietos y una perra llamada «Lunita». Cree que envejece bien. Lleva las relaciones institucionales de grandes empresas en América. Podría vivir sin trabajar, «pero no dejaría de cantar aunque fuera para unos amigos en el salón de mi casa».

Haciendo memoria

- Su salto a la fama

«Con "Soledad"y el Festival de Benidorm. Fue mi trampolín. El festival lo retransmitió la OTI y eso me vino muy bien porque me dio a conocer en América».

- Momento feliz

«Mi boda con Mayte, el nacimiento de mis hijos Carolina y José Emilio, el nacimiento de mis nietos. Por las giras, casi no vi crecer a mis hijos; ahora veo crecer a mis nietos: es mi segunda oportunidad».

- Momento triste

«La muerte de mi madre y de mi padre; él era mi mejor amigo, mi maestro, mi mecenas; fue mi escuela; de párvulo me dio clases mi madre; luego, él. Siempre apostó por mí».