Londres

Kate Middleton impone su ley

Lejos de la imagen de «maniquí» mostrada estos días, la duquesa arrastra a Guillermo a pasar más tiempo con su familia política

FIRME Y SEGURA. La duquesa no ha perdido la templanza que le caracteriza y ha visitado una de las «Casas de la esperanza» habilitadas para personas con adicciones en Londres
FIRME Y SEGURA. La duquesa no ha perdido la templanza que le caracteriza y ha visitado una de las «Casas de la esperanza» habilitadas para personas con adicciones en Londreslarazon

La escritora británica Hilary Mantel ha conseguido acaparar esta semana todos los titulares por sus feroces críticas a Catalina. Entre otras «perlas», la autora dijo que parecía un «maniquí de aparador» con «sonrisa de plástico» y sin «personalidad propia» a diferencia de la princesa Diana. Pero analizando de cerca a la duquesa de Cambridge uno se pregunta ¿en serio? Aunque en los actos públicos la joven se deja guiar por su marido, el príncipe Guillermo, en la faceta personal es ella la que pone las reglas.

Quizá Kate nunca alcance la popularidad de lady Di, convertida en icono después de su trágico accidente. Pero lo que nadie le puede negar es que a sus 31 años, la joven ha conseguido lo que Diana nunca pudo lograr: tener a su lado un hombre que la ama y que además se ha adaptado a la perfección a las costumbres de los Middleton. Y es que, a pesar de la fragilidad con la que muchos la asocian, Kate ha dado la vuelta a la historia. No ha sido ella la que se ha tenido que adaptar a las normas de Palacio, sino que ha sido su marido el que ha sido completamente adoptado por la familia política. Tras la boda real, las fotos del heredero en compañía de sus suegros y sus cuñados eran constantes y, ahora con el embarazo, el tiempo que pasa la pareja con los padres de la duquesa es aún mayor.

Las imágenes de esta semana en las que Kate fue pillada en biquini y luciendo tripita, ya que dará a luz en verano, fueron prueba de ello. Los duques de Cambridge se encontraban de vacaciones en la exclusiva isla Mustique, un destino caribeño popular entre la realeza inglesa. Y de nuevo con ellos, los Middleton al completo. Michael y Carole acompañan a la pareja en este «paréntesis en medio del invierno», alojándose en una villa vecina cuyo precio ronda los 20.000 euros. James, Pippa y el nuevo novio de ésta, un apuesto corredor de Bolsa, tampoco faltaron a la cita.

Cuando la agenda se lo permite, el joven matrimonio pasa más tiempo en Bucklebury –donde viven los suegros del heredero– que en Buckingham Palace. Es más, durante el primer año de casados, en menos de cuatro meses, a la pareja se la vio hasta en dos ocasiones de viaje con los bautizados como «reyes de la piñata», guiño que hace honor al negocio «on line» de artículos para fiestas infantiles que les ha hecho millonarios.Las navidades no son ni mucho menos una excepción. Guillermo y Kate las pasaron con los Middleton y no fue hasta el día después cuando se incorporaron al resto de la familia real en Sandringham, donde la soberana Isabel II suele pasar las fiestas rodeada de toda la familia.

Es más, los Middleton se enteraron del embarazo mucho antes que la reina. Cuando la duquesa empezó con las molestias que la obligaron a ser ingresada el pasado mes de diciembre estaba con sus padres en la casa que estos tienen en Berkshire, mientras que Guillermo pasaba el fin de semana fuera con unos amigos. Viendo que las cosas empeoraban fue a buscarla y la llevó hasta el hospital londinense King Edward VII, en el que pasó dos días de reposo y vigilancia médica.

Con el anuncio del compromiso real, el heredero dejó muy claro que no quería alejar a su esposa de su círculo más cercano. «Hay que aprender de las lecciones del pasado», dijo en referencia a la trayectoria de su madre. Cuando la desaparecida Lady Di se casó con Carlos, era una joven de tan sólo 19 años. Nadie se preocupó de guiar sus pasos y su entorno nunca se mostró especialmente accesible. Diana Spencer provenía de la aristocracia británica y tuvo una infancia un tanto triste marcada por el protocolo, la seriedad y el divorcio de sus padres, ámbitos que marcaron su carácter y personalidad. No fue por tanto hasta que conoció a los Middleton, cuando Guillermo supo lo que eran las cenas con largas sobremesas. Unas reuniones que tienen lugar cada vez que Catalina quiere. Aunque la escritora Hilary Mantel la llamó «maniquí de aparador», está claro que es Kate quien pone las normas. Algo que nunca pudo hacer Diana.

La novia de Enrique no gusta a su cuñada

El príncipe Enrique tiene novia y la relación va en serio. Fue pillado por la prensa esta semana abrazando a Cressie Bonas en Verbier, la popular estación de esquí de la localidad suiza. La modelo, que acaba de cumplir 24 primaveras, es hija del empresario Jeffrey Bonas y Lady Mary-Gaye Curzon, la hija del sexto conde de Howe. Y, francamente, es posible que Kate no vea con buenos ojos a la nueva acompañante de su cuñado, ya que la hermanastra de ésta, Isabel Calthorpe, tuvo algo más que palabras con el príncipe Guillermo hace nueve años, cuando él y la ahora duquesa de Cambridge protagonizaron una de sus muchas rupturas. A la rubia, que es licenciada por la Universidad de Leeds, cuando en su día le preguntaron por el nieto de la reina Isabel II dijo que «no era su tipo», pero ahora parece que ha cambiado de opinión y anuncia a bombo y platillo que será su futura esposa.

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