Sevilla

Ortega Cano: «Espantá» en el bautizo

Ortega Cano y Ana María Aldón, con el pequeño José María
Ortega Cano y Ana María Aldón, con el pequeño José Maríalarazon

Podría interpretarse como un remanso de paz entre tanto juicio y malas noticias, pero el bautizo del pequeño José María, hijo biológico del torero José Ortega Cano y de Ana María Aldón, viene a demostrar que la familia está totalmente dividida. El ex torero envió invitaciones a casi todos los suyos, a los del bando Ortega y a los del bando Mohedano –pues ayer confirmaron que tenía pensado llamar a Rosa Benito y que haría lo propio con Amador–, pero son tantos los reproches y los malos rollos entre ellos que parece imposible que hoy sábado les veamos coincidir en la sevillana iglesia de San Bernardo (conocida popularmente como la «iglesia de los toreros»), donde el niño recibirá las aguas bautismales, y en la posterior fiesta en la finca de «Yerbabuena».

Si no cambian las tornas en las últimas horas, no estarán Rocío Carrasco Mohedano ni su compañero sentimental, Fidel Albiac, e incluso se especula con que Conchi, la hermana de Ortega, haya declinado la invitación por no llevarse bien con Aldón. Su hermano Eugenio y el hijo de éste no mantienen una relación estable con el anfitrión. Dos menos en la lista de invitados. Por el contrario, se cuenta con la presencia de los otros hermanos Ortega, Paco y Mari Carmen; del sobrino favorito del diestro, Paco; de Gloria Mohedano y su marido, José Antonio; y de la hija, los padres y otros familiares cercanos de Ana María. Los padrinos de la ceremonia religiosa serán Paco Ortega, el «sobrinísimo», y Celia Aldón, hermana de la feliz mamá. Quieren que sea un día muy familiar, a pesar de las ausencias: una fiesta tranquila y sencilla. En «Yerbabuena» será el ágape bautismal, encargado al catering que habitualmente se ocupa de dar de comer a los grupos que visitan la finca.

Altibajos emocionales

José vive entre la alegría y la pena. En conversación mantenida con él hace unos días, confesó: «Me siento tranquilo, volcado de lleno en mi familia, en mis hijos». No quiere hablar de juicios o de la posibilidad de que el juez no acepte su recurso para evitar la condena de cárcel: «Mis abogados me han pedido que calle; es mejor así. Confío plenamente en la Justicia». Cuando se refiere al chiquitín de la familia, a José María, lo hace con palabras llenas de cariño: «Es un bebé precioso, un niño muy guapo. Se me cae la baba con él». Aclara, con resignación, que los cuidados del crío se los deja a su pareja, a una Ana María que está demostrando un apoyo total a José en estos tiempos tan difíciles: «Lo de cambiar pañales no es lo mío, no sé hacerlo, pero ayudo en otras cosas».

Y sale al paso de las noticias difundidas sobre que no se ha reconciliado con su hijo adoptivo, José Fernando: «Todo ha vuelto a su cauce entre mi hijo y yo. José Fernando está en la finca». Pero, para buena relación, la suya con su hija Gloria Camila, a la que califica como «una niña muy buena y muy estudiosa». Peor lo tiene José Fernando, al que su padre no sabe sacar partido por mucho que lo intenta, porque el chico no tiene claro lo que desea hacer en el futuro. Mal estudiante, tenía pensado abrir un negocio de hostelería con un amigo de Ortega, pero el proyecto debe haberse quedado en el olvido.

Boda asegurada

Tampoco tiene Ortega la intención de vender «Yerbabuena»; lo aclara sin titubeos: «No quiero deshacerme de una finca que guarda tantos recuerdos, eso que se rumorea sobre que quiero venderla es otra de las mentiras que se han dicho». Recuerdos, sí, y muchos de ellos nos acercan a «la más grande», a esa Rocío Jurado a la que su viudo guarda en lo más hondo de su corazón, siete años después de su muerte. Ana María respeta ese tipo de sentimientos, pero se siente algo molesta, porque ahora es ella la que ocupa el lugar de la fallecida y no entiende que la finca parezca un museo dedicado a la recordada artista. Por eso prefiere vivir fuera de «Yerbabuena». Su intención sería trasladarse con José y el niño a Sanlúcar, cerca de su familia, pero Ortega deja claro que «vivo entre Sevilla y Madrid, donde están mis negocios». De su más que probable boda con Ana, nada se sabe. Aunque dicen sus íntimos que podría celebrarse el próximo invierno. Otras fuentes la sitúan para después de que se conozca la sentencia definitiva del juicio por la muerte de Carlos Parra. Sea de cárcel o no, el enlace parece asegurado.

El torero pasará de la alegría por el bautizo de su hijo a la desgracia. El martes, a las doce y media, está citado en un juzgado sevillano. Una mujer que visitaba hace dos años «Yerbabuena» con unos turistas denunció a su dueño porque se cayó en una zanja no señalizada de la finca. Y pide veinte mil euros de indemnización. Lo dicho, luces y sombras en la vida de José Ortega Cano.