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Sábanas de casa en 14 metros cuadrados
Si nos ponemos en el peor de los escenarios posibles para el diestro de Cartagena, Ortega Cano podría dar con sus huesos en prisión para cumplir la sentencia dictada por la Sala 6 de lo Penal de Sevilla: dos años y medio de cárcel. Y lo que le espera dentro de esas cuatro paredes no tiene nada que ver con su finca andaluza. Cualquiera de las cárceles «tipo» de España podría ser su nueva residencia si los recursos de las partes no llegan a buen fin.
Según fuentes penitenciarias Cano puede también acabar en alguna de las prisiones sevillanas. Se trata de instalaciones sobresaturadas de presos (hasta 700 reclusos más de su capacidad estipulada) que, en el caso de las de Sevilla, no distan de la capital más de 15 kilómetros, lo que permitiría que el diestro estuviera cerca de su casa con vistas a solicitar un tercer grado con el tiempo que le permitiría pasar el día fuera del centro y sólo volver para dormir. «Lo más probable es que lo metan en lo que se llama módulo de respeto», nos aseguran. En este tipo de recintos, entre los reclusos se pacta que sea una zona libre de drogas, e intentan que no surja ninguna pelea. «Suelen ser muy tranquilos, con una población de reclusos más baja, donde se vive bien», matizan. Además, el torero está a punto de cumplir 60 años. Eso le ofrece «más filtros» a la hora de ofrecerle calma y comodidad. «Si quiere, puede llevarse ropa de cama propia», explican desde la cárcel.
Más problemas
Las únicas exigencias para permanecer bajo esas condiciones son un entorno de limpieza y orden. Los funcionarios chequean constantemente el buen funcionamiento del sistema, controlado por un sistema de confianza de positivos y negativos. A más positivos, la relación del recluso con los funcionarios y su capacidad de movimiento se ve ampliado, mientras que, con negativos le sería retirado el módulo e iría al espacio reservado para los presos comunes. Entonces, Ortega Cano podría cruzarse en el patio con personajes como Miguel Carcaño, que cumple en Morón más de 20 años, o Francisco Javier Guerrero y Juan Lanzas, condenados por el caso de los ERE en la penitenciaría Sevilla 1.
De momento, y si no modifican la sentencia, cambiaría los 8 kilómetros cuadrados de su finca «Yerbabuena» por una sola habitación de unos 14 metros cuadrados, con una pequeña ventana, una mesa y un lavabo. Aunque en principio se descarta la posibilidad de que comparta la celda, éstas están pensadas para dos reclusos.
Pero la pérdida de libertad no es la única a la que se enfrenta el espada de ser condenado en firme. Desde los grupos políticos ya se ha hecho algún movimiento para solicitar la retirada de los homenajes, galardones, calles y plazas que existen con el nombre del torero por toda nuestra geografía. Ayer mismo el equipo de Gobierno de San Sebastián de los Reyes en Madrid no se planteó la petición del Grupo Socialista para que se le retire el premio que recibió en 2009 por su «aportación a la democracia» hasta que no finalice el proceso. Podría ser el primero de una serie de castigos sociales que borraría de las calles el nombre de Ortega Cano.
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