Casas reales

...y Gran Bretaña se quedó a cuadros

El primer retrato oficial de Kate desata la mofa en Reino Unido. Sólo la princesa, su esposo Guillermo y el autor se muestran «encantados» con el lienzo abierto al juicio popular

...y Gran Bretaña se quedó a cuadros
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Se me ocurren muchos adjetivos: oscuro, decepcionante, poco acertado, no convincente, nada realista. Pero si tuviera que quedarme con uno solo elegiría directamente el siguiente: malo. Porque la National Portrait Gallery presentó ayer el primer retrato oficial de la duquesa de Cambridge y el resultado es realmente «malo». No hace falta ser crítico de arte para poder confirmarlo sin tapujos. Es más, los expertos dijeron lo mismo cuando se les preguntó por el óleo de Paul Emsley, autor del mismo. Catalina se saltó por un día el reposo que le han aconsejado los médicos durante su embarazo para poder asistir al acto, que coincidió con la semana en la que ha cumplido 31 años.

La expectación era máxima. Acompañada por su marido, el príncipe Guillermo, la duquesa apareció con un vestido granate de la firma Whistles ajustado en la cintura que poco o nada dejaba entrever de las 12 semanas de gestación. Cuando se abrió la puerta para que los fotógrafos pudieran retratar el cuadro se hizo un incómodo silencio al que siguieron murmullos de desaprobación. Con todo, Kate, que es como sigue llamándola el pueblo, se mostró muy satisfecha con el resultado y dijo estar «encantada». «Es muy sorprendente», aseguró al verlo. No era para menos. Eso sí, antes de emitir su veredicto, lo miró fijamente durante diez minutos.

Ni rastro de su dulzura

Emsley es un artista que ya había retratado a otros ilustres personajes como Nelson Mandela y fue elegido directamente por Catalina entre una lista de cuatro pintores elaborada por la National Portrait Gallery. Antes de que el cuadro fuera expuesto al público, la duquesa de Cambridge y el príncipe Guillermo mantuvieron un encuentro privado con el pintor, su mujer y su hija.

«Es increíble. Ha quedado realmente genial», dijo la protagonista. «Es hermoso, absolutamente hermoso», se limitaba a comentar su marido. Pero, por primera vez en la historia, el pueblo no creyó a la pareja. Es más, no entienden cómo ella, licenciada en Historia del Arte por la Universidad de St Andrews, ha podido dar su aprobación a un retrato que no ha sido capaz de captar su esencia. No hay rastro de la dulzura ni belleza que tiene embelesados a los británicos. Lo único que se muestra es el rostro de una mujer que no se atreve a sonreír y unas ojeras que hacen que Kate parezca más mayor de los que es en realidad.

Catalina, que estuvo varias veces en el estudio que el artista posee en Bradford-on-Avon, cerca de Bath, le pidió que fuera natural. Y el artista quiso centrarse en la persona y no en el cargo, pero, según la mayoría de los expertos, incluido el del periódico «The Times», no ha conseguido su propósito.

A pesar de las críticas, Emsley parecía vivir ayer en otro mundo, porque, tras la presentación, no hacía más que recalcar lo feliz que estaba por haber cumplido las expectativas. «Una persona cuya imagen es tan penetrante... es difícil de retratar para un artista. Debes ir más allá y encontrar algo que sea original. Debes confiar en tus instintos. Espero haber tenido éxito», señaló.

Según Emsley, tras las sesiones de fotos con la duquesa, decidió utilizar el cabello como «una especie de marco para la cara» y no dar demasiada importancia a las joyas para mostrar la «serenidad natural» de la joven. «El hecho de que sea una mujer hermosa lo hacía más complejo. Lo que traté de hacer fue transmitir algo de su calor y de su sonrisa. Cualquier artista te dirá que hacer un retrato sonriente no es nada fácil», matizó. «Aunque uno siempre ve fallos en sus creaciones, parece que hoy todo el mundo ha quedado contento», dijo. Y se quedó tan tranquilo.

Uno de los pocos a los que les gustó el cuadro fue a Richard Stone, retratista real destacado en el Reino Unido. El pintor, que durante las últimas tres décadas ha tenido en su estudio prácticamente a toda la familia real, alabó el trabajo de su colega y señaló que había sido capaz de capturar «el calor de Kate». «Me gustó y mucho. A menudo los retratos oficiales pueden ser bastante duros y fríos, pero éste tiene un toque de informalidad. No he conocido a la duquesa de Cambridge, pero por lo que muestra en televisión parece una persona muy cálida y accesible, y es exactamente lo que Emsley ha capturado». Stone también destacó la valentía de su compañero por pintar el rostro a un tamaño mayor que el natural, ya que «eso es extremadamente difícil».

El cuadro será expuesto en la misma planta de la galería en la que también está un óleo del príncipe Guillermo y su hermano pequeño, Enrique, quienes fueron retratados en 2010 por primera vez de manera oficial con sus uniformes militares por Nicky Philipps.

Tras la presentación, Guillermo y Catalina estuvieron en una recepción privada en el restaurante de la galería acompañados por los padres de ella, su hermano James y la hermanísima Pippa, que levanta pasiones allí donde va. Eso sí, antes de subir a la quinta planta, Kate no pudo evitar detenerse en la exposición de fotografías que muestra los trabajos realizadas por Mario Testino centrados en la familia real. Una de las imágenes era la que utilizó Buckingham Palace tras el anuncio del compromiso real. La instantánea muestra a la pareja sonriendo y se ve a una Kate resplandeciente. Nada que ver con su primer retrato oficial, un óleo que tanto dará que hablar.

Las más retratadas

Isabel II y Diana de Gales son las dos mujeres más retratadas de la historia. La relación de la Reina con su pueblo se puede apreciar en las imágenes que se han hecho de la monarca: los primeros retratos oficiales reflejaban un país enamorado de su joven y atractiva monarca. Sin embargo, en los 60, la corona empezó a ser cuestionada, como bien reflejó en su retrato Gerhard Richter: una cara fuera de foco y difuminada. A finales de los 90, la popularidad de la familia real se hundió y así lo expresó Justin Mortimer, cuando «decapitó» a la reina frente a un fondo amarillo chillón. Un reinado a golpe de brocha.