Casas reales
Las «horribilis» vacaciones de Isabel II por el príncipe Andrés
La inestabilidad política del país, un escándalo sexual y una tormenta mediática ensombrecen el verano de la soberana de inglaterra
No están siendo las mejores vacaciones para la reina de Inglaterra. Para empezar, no comenzaron cuando deberían haberlo hecho, sino que este año se vió obligada a retrasar su viaje a Balmoral por la dimisión de Theresa May y el inminente relevo de Boris Johnson. Como ha sucedido con los catorce primeros ministros que han ejercido durante su reinado, la monarca cumplió con el deber de recibir en el Palacio de Buckingham al político conservador. Una vez realizada la audiencia de investidura, Isabel II pudo finalmente poner rumbo al castillo escocés el pasado 26 de julio. Cada año desde que se recuerda ha veraneado en Balmoral; una tradición que se ha visto por primera vez modificada este verano, no solo afectándole a ella sino también al turismo. Cada año, docenas de personas visitan el palacio, que abre sus puertas desde que los Windsor se marchan hasta el 29 de septiembre. Este año, sin embargo, las visitas se han iniciado el 20 de julio, mientras la reina seguía en palacio. Dada la situación política, la realeza y los plebeyos han tenido que compartir estancia.
Ya en tierras escocesas, Isabel II tuvo un gran recibimiento. Su hijo, el príncipe Andrés, anunció a traves de su perfil de Instagram la llegada de la monarca. Lo que no se esperaban ninguno de los dos era el escándalo que estallaría quince días después: el «caso Epstein» o la viculación del duque de York con los abusos sexuales y el tráfico de menores llevados a cabo por su amigo, Jeffrey Epstein. A Andrés le faltó tiempo para desmarcarse tajantemente y la reina tampoco dudó en mostrale su apoyo. Solo 24 horas después de que un tribunal de Nueva York sacara a la luz un dossier con documentos que desmostrarían la supuesta implicación de su hijo (incluido un vídeo en el que aparece despidiéndose de una joven en la llamada «casa de los horrores»), fue vista sonriente y tranquila, compartiendo coche con él de camino a la iglesia. La Prensa británica también informó de que en 1999, el duque de York hospedó al empresario y a un grupo de jóvenes modelos en el castillo de Balmoral durante los días en que Isabel II se encontraba alojada en él. La reina se lo ha perdonado todo. Incluidos sus lazos con el régimen dictatorial de Kazajistán, que le otorgaron 4 millones de libras por cierto trato comercial, segun señaló en su día el diario «Daily Mail».
Sobre el retiro de Isabel II han comenzado a circular en los medios británicos quinielas sobre cuándo y quiénes la visitarán a ella y a su marido. El príncipe Andrés fue el primero en llegar junto a Sarah Ferguson, con quien mantiene una buena relación a pesar de llevar separados veinte años. También se dejaron ver por allí sus dos hijas, Beatriz y Eugenia de York, con sus respectivas parejas. Asimismo, lo hicieron Carlos y la duquesa de Cornualles.
De quien no se había confirmado la visita era de los duques de Cambridge. El pasado jueves se pudo ver al príncipe Guillermo y a Kate Middleton aterrizando en el aeropuerto más cercano al castillo junto a sus tres hijos, Jorge, Carlota y Luis. Un viaje que trajo mucha cola, ya que lo hicieron en un vuelo «low cost» que rondó los 80 euros. Un verdadero «zasca» a los duques de Sussex, que durante sus vacaciones han cogido cuatro vuelos privados en once días. Más allá del ejercicio de hipocresía, no hay ni rastro de Enrique y Meghan por tierras escocesas. Markle, apodada como «la duquesa difícil», ha pasado de heroína a villana y, aunque parece llevarse bien con la reina de cara a la galería, día a tras día se airean sus desavenencias. Se dice que la bisabuela no está de acuerdo con la idea de que el pequeño Archie siga una dieta vegetariana y que a ella le ha «prohibido» que luzca sus vaqueros rotos. Una persona anónima reveló a «The Sun» que «Meghan está tensando demasiado la cuerda dentro de la realeza británica». Que no se paseen por Balmoral sería una verdadera pena, ya que la visita más esperada es la de su hijo, pues se trataría de su primera vez en la casa palaciega.
En el punto de mira político
Sí se ha confirmado asistencia de Carrie Symonds, la novia de Boris Johnson. Es una tradición que la reina invite a los mandatarios y sus mujeres durantes sus vacaciones en Escocia, pero dada la situación actual de Johnson, en pleno proceso de divorcio, no se daba por sentado que se fuera a saltar esta norma no escrita de acudir con una pareja con la que no ha contraído matrimonio. «The Sun on Sunday» publicó que, finalmente, Symonds acudirá a una barbacoa informal con la monarca. Aunque aún no se ha confirmado la fecha, este se ha convertido en uno de los momentos más esperados del verano. Pero Isabel II tampoco se escapa de los efectos del caótico Brexit. A dos meses del divorcio con la Unión Europea, la frustración de la soberana crece por momentos. «Está realmente consternada. La escuché hablar sobre su decepción con la clase política actual y su incapacidad para gobernar», señaló una fuente de Buckingham al diario «The Sunday Times». No es para menos, ya que se enfrenta a una situacion insólita: por primera vez en 67 años de reinado, su neutralidad se ve amenazada.
En cuanto a los detalles de la vida veraniega de la reina, Eugenia de York desveló en qué consiste la rutina diaria de sus abuelos: «Paseos, picnics, un montón de perros... siempre hay perros y gente que viene y va todo el tiempo. Es un lugar encantador. Tenemos espacio para respirar. Creo que la abuela es muy feliz allí». Pero la gran sorpresa fue el curioso pasatiempo de la monarca: le gusta observar cómo su servicio caza a los murciélagos que se cuelan en la casa. Peculiar forma de matar el tiempo en un lugar en el que la tranquilidad este año peligra.
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