Presentación

Los famosos queman su imagen

La Razón
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Supone un aviso a los navegantes, que a veces ya tienen la categoría de náufragos, en el enorme, injusto, despiadado y a veces depredador océano de famosos. Ojito que vienen dando y en los desfiles nupciales de Barcelona que hoy comienzan no han querido contratar a Tamara Falcó. Por eso veremos a su hermana Ana Boyer exhibiéndose en primera línea de Pronovias. Es un toque de atención, aviso y advertencia resultado de la excesiva repetición de su imagen. No es Tamara el único caso y quizá habría que elaborar una lista, relación o ranking contando más las que salen que las que entran en nuestra plantilla de caras populares. Ya rebasaron lo que en tiempos supusieron las folclóricas –Lola, Rocío, doña Juana y la Piquer–, incluso Marifé que ahora revive en un «Te he de querer mientras viva», que la enorme Estrella Morente recupera en el disco coplero de Paco de Lucía. Dejó un buen testamento que exalta algo tan nuestro como la tonadilla. Es una antológica donde las haya, que algunos considerarán excesiva o arbitraria.

Volviendo a nuestas famosas en busca de eventos. La medida de establecer una especie de control de calidad sobre quién debe figurar en los sitios privilegiados de los veintitantos desfiles que realzan la pompa y circunstancias casamenteras puede parecer excesiva o arbitraria. Aunque suene a una censura absurda, porque tal reiteración de caras bonitas no es una exclusiva nacional ahora abonada por la incesante cosecha de figuritas televisivas que han sido lanzadas gracias a una serie. Luego están, inamovibles y perennes, rostros como los de Nieves Álvarez –siempre posando como ausente y eso que su vida no tiene misterio–, la cansina Carolina Cerezuela con o sin Moyá, generalmente vendiendo la nueva novedad, que ya no es una sorpresa, de que está nuevamente embarazada. Hiba Abouk lleva el mismo camino porque está mal dirigida. Al mostrarse tanto se deprecia y abarata y lleva camino de restar su impacto. Hoy finaliza la primera temporada de «El Príncipe». Abouk pareció un rostro y estilo renovadores, pero ya ven qué poco duró la irrupción de Adriana Ugarte, igualmente aupada con «El tiempo entre costuras». La quemaron en su propio fuego e insiste en realzar el palmarés nacional frecuentando los «fotocool» del corazón donde toma protagonismo Gloria Camila, afincada en Madrid para liberarse del aplastante peso familiar, que no está para muchos bailes. No cabe el borrón y cuenta nueva que anhelan. Pero sí una restauración de los auténticos valores ni perecederos ni momentáneos fruto de la necesidad del trinque o de surtir a gente semianónima las noches de estreno, porque ya son contados los cócteles y las cuchipandas del Madrid luminoso y primaveral.

Es difícil renovar el listado. Las formaciones de famosos son siempre las mismas, encabezadas por el incombustible Mario Vaquerizo pasando por una Carmen Lomana a quien le han montado un enfrentamiento televisivo con Toya Cassinello, señora de fina estampa y sutileza redemostrada. Se presta a un «match» televisivo que quizá sea el prólogo del que Rosa Benito –ya sin credibilidad ninguna para su clan afectivo, pues mintió repetidamente ignorando lo que había e inventando una imagen más favorecedora– podría mantener con su ex Amador en la alicaída islita que refugía a unos supervivientes sin chicha ni limoná.