Moda
Los mendigos que inspiran al duque de Feria
La firma Scalpers, que capitanea Rafael Medina, saca a la palestra publicitaria como modelos a un «gorrilla» de Sevilla y a un refugiado político de Costa de Marfil. Eso sí, con fines solidarios
«Me busco la vida en la calle, vendiendo pañuelitos, romero, aparcando coches». Habla Moisés Saavedra. Gitano. De 40 años y con diez «churumbeles». Sí, diez. La más pequeña tiene tres meses. Vive en el barrio de las 3.000 viviendas de Sevilla. Alma flamenca y porte de raza, o mejor, de gentleman «underground». Es el perfil del nuevo modelo de Scalpers, la firma de moda que capitanea Rafael Medina. No tiene experiencia en posar ante una cámara, aunque al ver las imágenes de la nueva campaña parezca recién aterrizado de una sesión en Los Hampton. Posa como tal en un antiguo manicomio de Sevilla y se da un aire a Tony Ward, el «top model» que engatusó a Madonna.
El duque de Feria y su equipo han decidido dar un salto, y dejar a un lado a los maniquíes de profesión para echarse a la calle. Pero no a Serrano. Tampoco al Paseo de Gracia o a la avenida de la Constitución. El casting, entre personas «sin techo», jóvenes en riesgo de exclusión social, parados, inmigrantes... De ahí ha salido también Omar Soumahoro, refugiado político de Costa de Marfil. Exiliado tras la guerra civil, lleva tres años en España. «Cuando me llamaron por primera vez no estaba del todo seguro, tuve dudas de que fuese verdad. Pero, la segunda vez, fui a hablarlo y pensé que realmente podía ocurrir», comenta.
Omar y Moisés. Protagonistas de «Made to fit everyone» - «hecho pa' todos», en palabras de Rafael-, campaña con la que la firma española busca romper con los estereotipos. Un pellizco de realidad para el mundo «glam» de la moda y la publicidad a través de una campaña nace apadrinada por la Fundación Vicente Ferrer. Scalpers contribuirá con un donativo para poner en marcha un proyecto de cooperación para construir escuelas en la India y se invitará a todos los clientes de la firma que hagan lo propio con un euro cuando abonen sus compras en caja. Además, los «stocks» de la firma se destinarán a varias organizaciones no gubernamentales españolas para que los distribuyan entre los más necesitados. «Igual que hay gente que no tiene qué comer, los hay que no tienen qué ponerse», apostilla el duque de Feria,
Iniciativa solidaria, pero también polémica. Hay quien podría pensar incluso que se trata de una campaña oportunista. La delgada línea roja de la responsabilidad social corporativa al exponer una situación de denuncia social. «No lo considero oportunista. Más bien todo lo contrario. Es nuestra manera de aportar un granito de arena ante las situaciones de dificultad que soportan las personas. Si vamos a hacer un proyecto en colaboración con una fundación centrada en atender a los que nadie ayuda, qué mejor que sean ellos los protagonistas», defiende Medina. De hecho, tanto Omar como Moisés han tenido su contrato y cobrado su sueldo como cualquier otro modelo. «Es verdad que no les hemos pagado el caché de Kortajarena, pero sí que corresponde con el trabajo que han realizado», explica el empresario, que explica las dificultades que tuvieron para poder rodar la campaña. Él mismo recorrió diferentes barriadas y comedores sociales de nuestro país en busca de los protagonistas. «Con alguno contactamos y no se presentó a la sesión de fotos. Otro llegó en un estado lamentable. Lo cierto es que no dejan de ser hombres de la calle, con heridas y una historia detrás, que tratan de afrontar como buenamente pueden sus problemas». En el objetivo, Alberto G. Puras. Al frente del impecable «styling», Raúl Romero. «Para mí ha sido una experiencia única y diferente», deja caer entre risas Moi -como le gusta que le llamen al improvisado modelo sevillano-, que no duda en añadir: «A ver si a partir de aquí me salen más trabajos o me llaman para Hollywood. Que el Cristo de los gitanos bendiga a Scalpers».
Lo cierto es que a la firma del duque de Feria el éxito no le ha caído del cielo. Nació en 2007, cuando la crisis de las «subprimes» explotaba en Estados Unidos. A golpe de trabajo con sus dos socios -es digno de ver cómo se patea Rafa las ferias de tejidos como las de Milán-, cinco años después ha sobrepasado los 20 puntos de ventas cuando el paro arrecia en nuestro país. «Ya podemos consideraros una cadena», comenta orgulloso.
«Recuerdo como si fuera ayer cómo comenzamos con la moto vendiendo corbatas por las oficinas. Ni nuestras propias familias creían en nosotros, pero ahí estamos. Ahora queremos poner banderitas fuera de España». Y todo sin renunciar al ADN de la casa: sastrería a medida, una línea pret-a-porter que da el salto del «low cost» para aunar diseño y calidad. Elegancia inglesa y volumetrías italianas con aire «preppy». Ahora son referencia. Y con esta campaña, también rompedores. «Nunca he pensado en tirar la toalla, aunque últimamente al ver las calles de Madrid desiertas, que los restaurantes están vacíos y constatar que el mercado de la moda está dominado por el "low cost", hace que veas complicado salir adelante con pequeñas empresas como la nuestra». Entonces, ¿Zara es el enemigo? «Han dado un giro al mundo de la moda. Con su logística, cada dos semanas tienen ropa nueva. Eso hace que la creatividad se vea arañada y destruida».
«Llevo mejor los desvelos como padre que como empresario»
El pasado lunes, el Duque de Feria se estreno como padre. Por partida doble. Su esposa, Laura Vecino, dio a luz a Rafael y Laura -es la quinta generación de la familia materna con este nombre-. Dicen que la niña se parece a Laura y que el pequeño tiene los ojos de los Medina Abascal. Nacieron por cesárea por lo que la madre, que dirige el «showroom» de Mango, ha tenido que guardar reposo. «Confiamos en estar en casa a largo del fin de semana en casa», apunta para señalar a renglón seguido que ser padres «es el mejor regalo de la vida. Ahora estamos adpatándonos, cada tres horas biberón y pañales para dos. Pero he de decir que se llevan mucho mejor los desvelos como padre que como empresario, ¿Nobleza obliga desde la cuna? «Ante todo, tienen que ser buenas personas, honestos, que es lo más importante del título. El título es lo de menos. Lo heredará el mayor el día de mañana, pero todavía quedan años.», comenta mientras mira el reloj. «Son las doce y cuarto. Me voy a perder el biberón de las doce. Confío en llegar al de las tres». Un padrazo.
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