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Lucio cumplió 81 años jaleado por Pérez Reverte

La Razón
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Los colegas barceloneses se quejan de que «esto es un desierto», no hay nada que llevarse a la boca. Ése no es mi caso, será que los árboles no dejan ver el monte y que allí aprendí cuando todo chorreaba como la colorida fuente luminosa de Carles Buïgas que en Montjuic –donde hay que visitar la expo «Tàpies y el románico»– emboba a japoneses tecnificados. Pululan, abarrotan y los responsables han tenido que controlar para que los hoteles –desde el imponente Mandarín al Omm de Rosa Esteva, tan lanzada en los Madriles– no alteren las tarifas que los «Room Mate» o la cadena NH respetan, obligando a la tasa cuidadana de dos euros per cápita. En Florencia imponen el mismo impuesto un tanto absurdo. Pero engorda las arcas municipales, como Los Morancos de Triana las suyas ante la insistencia del público: han tenido que reponer (¡por tercera vez!) su descacharrante espectáculo, donde la Duquesa Cayetana es plato fuerte, que le impacta hasta ella: «Imitadme, que lo hacéis muy bien y me descubre cómo soy», suele pedirles cuando les ve. Revientan el Apolo, antiguo feudo de Matías Colsada y sus alegres chicas, al que enfrente una Raquel Meller pétrea contempla melancólica. Chenoa respiraba el mismo optimismo cuando coincidimos volviendo en el AVE. «He rematado cinco conciertos en el "Casino"y quedó gente sin poder entrar. Estoy encantada», me confesó la mallorquina mientras el Congreso de Móviles alquila toda la semana el Teatro Principal para disfrutar del show entre Lido y Las Vegas con algo de Cirque du Soleil. Impacta su elegancia, los trajes de Chausson muy Ziegfeld, los ejecicios sobre trapecio y un bolero de Ravel conmovedor. Víctor Sandoval se quejaba de lo ruidoso que es su piso en plena Rambla baja, cerca de Colón y su dedo inhiesto: «Es un primero y sigo todos los tejemanejes pactadores de sexo», se lamenta añorando la placidez de Sitges y sus arroces en el emblemático Kansas del Paseo Marítimo, del que hizo su segunda casa. Nacho Polo está superado gracias al trabajo absorbente; descubrió a una Purificación García compitiendo en cuadros dorados con Raquel Jiménez, esa ex de Bisbal que sigue tirando del galán, mientras Elsa Anka lo hacía de su hija, que ya supera el impacto materno. Lo reconoció David Meca, siempre hecho un pincel, aunque más degaldo «porque retomé los entrenamientos». Le pregunté por la retirada de Cuqui Fierro a la que quiere bien y ve frecuentemente. «Se resiste a salir, anda deprimida...», testificó como asiduo a este personaje de antaño tan singular y de alhajado pintorenquismo. Se la quiere bien, de ahí que apena no verla, acusando el mismo impacto prudente que Carlos Goyanes, al que no suele unir el ya nutrido clan familiar, donde refulge la bondad de Caritina. Podría venderla a tanto el kilo. Se lamentó la incomparecencia de Bibiana –decían que «por qué va a "Supervivientes"» si ya no lo necesita–, y la de Carmen Lomana que siempre adorna risueña y luminosa. Aseguraban que se lo desaconsejó su representante, que es como una tapia insensible, ante la prevista presencia de Bibi, más que temor. Barajaron algo de 1.500 euros cuando ninguno cobra. Y lo hicieron mientras Lucio, ante Pepe el Polaco y Juanito el Golosina, cumplió 81 jaleado por el espadachín Arturo Pérez Reverte mientras el cumpleaños feliz fue completado por un mural fotográfico con lo mejor de su vida, sus hijos María y Javier. Ahora anima un local con una pared cubierta por un florero de Guayasamín, «al que se lo compré en 1962 por un millón de pesetas». Otro motivo para visitarlo.