Reencuentro en París
Mario Vargas Llosa y Patricia: un pacto de familia para una reconciliación con amor y sin pasión
Hablamos con el círculo íntimo de la exesposa del literato y recomponemos esta historia con un final orquestado (y labrado) en París, donde se originó este relato de amor
La prima de naricita respingona y carácter indomable ha vuelto a la vida de Mario Vargas Llosa. O viceversa. En primera fila en la ceremonia de ingreso en la Academia Francesa, Patricia Llosa volvió a ser la mujer que soporta esas «manías, neurosis y rabietas» que le ayudan a escribir. La esposa que, al menos hasta que pronunció estas palabras, en su discurso de Premio Nobel en 2010, le prevenía de un torbellino caótico.
El invierno parisino era el escenario perfecto para culminar una historia de amor que comenzó justo aquí, en la ciudad del amor, en 1961. La familia, unida, ha cambiado su habitual reserva por una locuacidad insólita, en cuanto a imágenes y frases a veces muy sugerentes. El primogénito de la pareja, Álvaro, es el mayor valedor de este todavía incierto retorno que nos tiene atrapados. Su tuit, con una imagen de su madre, no ha podido ser más certero, al menos en intención: «A nadie deben mi padre y su obra tanto como a ella. Mi padre lo ha proclamado muchas veces en público, nos lo repite a menudo en privado. Nadie merecía estar en primera fila más que ella. La mujer de su vida, dicen los cursis. No sólo los cursis. Los inmortales también». En su cuenta de Twitter, aprovechó para corroborar la opinión de su padre sobre la monarquía, como una bendición para nuestra democracia.
Amor en la intimidad
¿Qué se puede esperar a partir de ahora? El psicólogo Antoni Bolinches, autor de «Amor al segundo intento», avanza a LA RAZÓN que, a veces, «la ausencia regenera el deseo de presencia» y esta podría ser la razón que explique un acercamiento, con las condiciones que ellos y el resto de la familia dispongan. Con los años de terapia que le avalan, opina que no hay edad para amar, pero el secreto para que funcione es «casarse con el otro sin divorciarse de uno mismo. Cabe la hipótesis de que Vargas Llosa para estar con Isabel Preysler quizás se divorció de sí mismo y de su perfil de escritor intelectual». Hubo un tiempo en que el premio Nobel, siguiendo su instinto amoroso en grado de exaltación, mimetizó con la socialité, acomodándose a sus gustos, aficiones y saraos.
«Pero las personas se hacen sabias al rectificar», piensa el psicólogo. A punto de cumplir los 80, el Nobel de Literatura consumó una atracción muy literaria que él mismo fue sublimando con teatralidad y su acento limeño. Como si uno de sus personajes hubiese tomado vida propia y se hubiese permitido vivir otra realidad, extraordinaria. Tomó de su admirado Flaubert aquello de que «escribir es una manera de vivir». Isabel era una ilusión grande, según declaró, «una inyección de vida absolutamente maravillosa» y entre líneas fue dejando auténticas perlas. Amó a la manera galdosiana. Isabel representaba la pasión exaltada de Fortunata. Mario, el señorito seductor Juanito Santa Cruz; y Patricia, Jacinta, la esposa honrada y virtuosa.
«Después de satisfacer una ilusión, puede haber una decepción, y que la pareja anterior se revalorice por contraste», sigue explicando Bolinches. Su pasión con Isabel podría haber cumplido una función catártica que ahora facilita su vuelta a la vida disciplinada que exige su oficio. No significa necesariamente un regreso al sosegado y acomodado amor conyugal, sino una conjunción de necesidades por ambas partes. De momento, ponen en práctica lo que el escritor declaró hace ocho años: «El amor se vive en la intimidad. Cuando se hace público, se estropea».
Habla su íntima amiga peruana
Durante estos ochos años, Patricia ha contado con grandes amigas que le han ayudado a mantener el ánimo bien alto. Ingrid Yrivarren, Miss Perú Mundo en 1992 y directora de la organización «Viva en el mundo» es una de ellas y transmite a LA RAZÓN la alegría de los acontecimientos. «Es una amiga del corazón a quien admiro profundamente. Es una mujer con gran entereza. Generosa y comprometida. Siempre me ha dado buenos consejos y sugerencias y ha estado presente en todos los eventos de la organización. Durante estos ocho años, ha mantenido su rutina y sus amistades. La admiramos y queremos muchísimo», Ahora se siente feliz por ella y asegura que no hay mejores palabras que las expresadas por su hijo Álvaro en su tuit: «Nadie merecía más estar en primera fila que ella», sentencia.
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