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Marisa Jara se separa antes de cumplir su primer aniversario; por Jesús Mariñas

La modelo, durante un evento organizado por Pullmantur este mes
La modelo, durante un evento organizado por Pullmantur este meslarazon

Le falta paciencia, ignora que el amor se hace día a día, está llena de inquietudes y nada le da reposo, además de que nunca ha tenido suerte en el tema del corazón. Ni un amor tan entregado y supuestamente romántico como el de Manuel Vittorio ha logrado perdurar en el tiempo –no han cumplido ni el primer aniversario– y en la vida de Marisa Jara. Vuelve a estar sola tras haberlo intentado con Manu Tenorio, Joaquín Cortés, con quién tuvo una historia tormentosa, con el mexicano Cheste López y la que, por ahora, es su última relación con este anticuario que podría participar perfectamente en «Palabra de gitano», el semanal que la cadena Cuatro dedica a los calés. Un programa que resulta revelador y nos lleva a un mundo bastante incontaminado, algo que parece imposible en los amores de esta morena que siempre está insatisfecha. Sus relaciones se frustran porque no aguanta, o porque no la soportan, y eso que Manuel se enfrentó a su familia, que no creía en las buenas intenciones de Marisa. Al final resultó lo que ellos se olían y llevan dos meses distanciados, cada uno por su lado.

Fallo de protocolo

Ella sigue posando en cada evento, a ver si encuentra reemplazo porque no le gusta estar sola, igual que a los habituales en el Teatro Real, a quienes mucho les molestó la novedad de que al debutar el nuevo Ballet Clásico no sonase el Himno Nacional para recibir a la Reina. Pareció un gesto descortés y casi antiprotocolario, aunque el público apenas se percató de la presencia monárquica en el palco principal del entresuelo. Pero es que ya nada es lo que era, incluso me comentan entre suspiros los detalles de qué pasó realmente con el embargo de la casa sevillana de Nati Abascal. Quizá no supe explicarlo. Sólo quedó claro que el chalé es vecino a la Casa de Pilatos que en tiempos mejores sirvió de escenario al enfrentamiento de Jackie Kennedy y Grace Kelly, cuando ésta ya era princesa monegasca. Fue un duelo nada soterrado que hizo tanta historia como las columnas romanas del amplio patio-comedor del palacio. Desde hace tiempo el inmueble es propiedad de su ex familia, los Medinaceli, donde la casi centenaria duquesa Mimi sigue tan entregada a los crucigramas que recientemente no quiso recibir a Tom Cruise, «porque no quiero distraerme». Ella se dedica a entretenerse y todo lo maneja el duque de Segorbe, que se anticipó décadas a la familia de Alba en sacar provecho a su patrimonio.

Lo de Nati es sencillo: la revista «¡Qué me dices!» la pilló en top-less; ella los demandó; ganó el juicio y la indemnizaron con 30.000 euros; recurrieron la sentencia; el Supremo dio la razón a la publicación y Nati tuvo que devolverles lo cobrado. Los abogados del bufete Saavedra demoraron tal reembolso –lo cual fue un despiste increíble– y provocaron que le embargaran la propiedad. Aunque el asunto quedó solucionado al abonar el dinero con un talón de Banesto. Ahora está todo resuelto y más claro que el agua.