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Marivent: Cambio de ciclo
Don Felipe, Doña Letizia y sus hijas han sido fotografiados por primera vez en el palacio de Marivent como reyes. Un posado muy especial que no se repetía desde 2007.
Llegó Lady Di. Y con ella los paparazzi. Fue en el verano de 1987. Carlos y Diana abanderaban una felicidad de puertas para afuera y ella ya estaba encumbrada como la reina de los focos. Que eligieran Mallorca para pasar unos días en aquel agosto de 1986 hacía de Palma el epicentro del verano de los «royals» europeos. El Palacio de Marivent ejercía entonces, como ahora, de carta de presentación de la isla. Pero aquellas escenas de Diana de Gales con sus hijos pertenecen al pasado. Como los posados de Don Juan Carlos y Doña Sofía con sus hijos y nietos. Desde 2007 –cuando el «caso Urdangarín» asomaba– no se abrían las puertas de la residencia de verano de los Borbón más allá de las audiencias con el presidente del Gobierno. Hasta ayer. Nuevo rey, nueva impronta. Si hasta ahora, como Príncipes de Asturias, habían escogido diferentes escenarios de la isla –el paseo marítimo, el tren de Soller, la granja escuela...–, ayer, en su primer posado como Rey, Felipe VI quiso ser anfitrión en casa. Cambio de ciclo.
Se los esperaba a las ocho y a esa hora ya se había dado todo por finalizado. No quisieron hacer esperar a reporteros y fotógrafos, y la Familia Real bajó las escaleras del edificio principal del complejo diez minutos antes del horario previsto. Primero, Don Felipe. Después, la Princesa de Asturias. Y en último lugar, la Reina, con la Infanta Sofía de la mano. Parada ante la escalinata. El Rey sonríe, mira al cielo y se lamenta: «No hemos tenido mucha suerte con el día». El cielo encapotado se lo pone algo más difícil a los objetivos y, de inmediato, Don Felipe se ofrece para moverse donde sea necesario para facilitar una imagen con mejor luz. Se sitúan en el ala izquierda del palacio. Y, mientras posan, la colaboradora de LA RAZÓN, Carmen Duerto, se lanza: «Señor, ¿tiene pensado navegar?». «No lo sé, espero que sí, voy a ver si tengo hueco», responde el Rey. «¿Y las niñas? ¿Aprenderán este año algo de vela?», continúa el cuestionario. «Estamos a mitad de la semana y los cursos empiezan los lunes», se excusa Don Felipe.
En ese momento, la Familia Real se acerca a la improvisada tribuna de prensa y, uno a uno, comienzan a saludar a los 36 medios acreditados. Un gesto informal de acogida, como el «look» tanto de los Reyes como de sus hijas. Doña Letizia bromea con su esposo sobre la altura, pues ha elegido unas sandalias planas, y ambos se reparten los guiños cómplices con sus hijas, reforzándolas con la mano en los hombros, con algún comentario de aprobación entre susurros... Uno intuye que Don Felipe arropa a Leonor, y la Reina, a Sofía. Sólo intuición. «Ahora tenéis que saludar», les dice la Reina a las pequeñas, de 8 y 7años. Y siguiendo el ejemplo de sus padres, tanto Leonor como Sofía extendieron su brazo uno a uno. Mirando a los ojos, con la prudencia y la timidez que tiene ser niño y con cierta conciencia de que la tarea encomendada, aunque sencilla, toca cumplirla al detalle. «Te he saludado, ¿verdad?», apunta dubitativa Doña Letizia a un periodista en segunda fila. No se quiere saltar a nadie. Y también ella recibe pregunta: «¿Hasta cuándo se quedarán?». «Ahí estamos, viéndolo», comenta cuando se cumplían 24 horas de su llegada a la isla.
Sin mudanza
Tras el saludo, el Rey toma la palabra como despedida: «Gracias a Mallorca por permitirnos pasar unos días aquí. Es un trozo del cielo en la tierra». Esta declaración de intenciones, que no hace sino reforzar los vínculos de los Borbones con la isla, dio pie a que se le preguntara si viajará todos los veranos a Palma. «Hablar del futuro siempre es complicado, pero claro que sí», asintió. Lo cierto es que fue en 1973 cuando por primera vez Don Juan Carlos y Doña Sofía se alojaron en esta casa que perteneciera al pintor Juan De Saridakis y que su viuda cediera en 1966 a la diputación. Tras ocho años como centro de exposiciones, los más de 33.000 metros cuadrados de superficie se convirtieron en la residencia de verano de los Borbón. Los Reyes llegaron entonces a Marivent a bordo de un Seat 1400, con sus hijos, la niñera y su perra, Laia. Lo hacían después de pasar unos días en el Pazo de Meirás con Franco.
Al palacio principal construido en los años 20 del pasado siglo –con seis habitaciones, cuatro baños y un comedor– se le sumaron en los 90 otros tres edificios, uno para cada uno de los hijos de Don Juan Carlos y Doña Sofía. Con la proclamación de Don Felipe, una hipotética mudanza de casa dentro de Marivent no se ha hecho efectiva. El nuevo monarca, su esposa y sus hijas, se están alojando en Son Vent, una residencia de 650 metros cuadrados, que cuenta con ocho habitaciones. Doña Sofía reside estos días en el edificio principal, mientras que Doña Elena, sus hijos y los de Doña Cristina se han repartido entre las casas que tienen asignadas.
«Quiero darle las gracias a la Familia Real en nombre de todos los ciudadanos, porque su presencia supone mucho, supone continuar una tradición», señalaba ayer el presidente balear, José Ramón Bauzá, que valora «muy positivamente que quieran seguir viviendo la Copa del Rey, dando apoyo al sector náutico que es importantísimo y estratégico». Hoy Bauzá le transmitirá personalmente este agradecimiento a Felipe VI, durante la audiencia en la que recibirá a las principales autoridades políticas de la isla en el Palacio de la Almudaina.
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