Política

Irene Montero: los 34 años de la reina del corazón de Moncloa

Aunque reclama discreción, la ministra se expone mucho y sin tino

La ministra de Igualdad, Irene Montero
La ministra de Igualdad, Irene MonteroAlberto OrtegaEuropa Press

La ministra de Igualdad llegó a nuestras vidas con mofletes veinteañeros, jerga callejera y prendas de quedada en Sol. Once años después, sale de su mansión galapagueña con ínfulas de marquesa y hechura intachable, pero sin haber superado sus berrinches y enojos sin razón aparente. Cumple 34 y ya parece una eternidad. A los hombres les advierte de qué manera deben comportarse para ser rectos y castos, aunque en lugar de encontrarse con nazarenos que se fustigan arrepentidos, ahora le han salido al paso dos obreros de Vox que responden con humor a su bravata con las tetas de Rigoberta Bandini. Suerte tiene la ministra de tener al varón Pablo Iglesias que, una vez más, salió diligente a condenar tal osadía. Su último cumpleaños antes de la pandemia, en febrero de 2020, fue muy celebrado en el Ministerio. Hubo tarta sorpresa, velas, canción, un parque de juegos para su pequeña Aitana y mucha sororidad.

«Hay que darle mimos a Irene», exclama una de sus colaboradoras en uno de los polémicos vídeos que se grabaron. Aquel día pidió «algo más de tiempo» para disfrutar de los suyos, sin sospechar el oleaje que vendría después: rumores de abandono y tristeza. Hoy su almohada sigue muda. La ministra le ha ido tomando gusto a la vida pública, y aunque reclama discreción, ella misma se expone sin mucho tino. Podríamos descomponer estos últimos años en imágenes distribuidas según su calzado y escotes.

La ministra de Igualdad, Irene Montero
La ministra de Igualdad, Irene MonteroPhotogenic/Claudia AlbaEuropa Press

Con tacón de salón recibió en 2020 a la prensa del corazón en un saloncito junto a su despacho ministerial y una terraza con vistas. Allí reclamó acceso a la belleza como un derecho y se reveló organizada, conservadora en el amor y amante de una moda que «no siempre es impostura». Con ello se ganó que la apodasen «la Preysler de Galapagar». Algunos la elevaron a marquesa. En pantuflas la imaginamos cuando publica en sus redes fotos familiares. El mismo recorrido podría hacerse a partir de sus escotes. Del laureado vestido cruzado de color mostaza, de Mango, que compartió un eufórico Pablo en sus redes, en verano de 2020, a la imagen exhibiendo sus senos nodrizos como una nueva insumisión. Su último ingenio, convertir las tetas de Rigoberta en lema de campaña. En una entrevista para LA RAZÓN, su tío paterno Plácido Montero nos desveló que «nunca había dado señales de que le gustase la política», hasta que se juntó «con la camarilla de Iglesias» . En su 34 cumpleaños, las feministas, las de siempre, le piden que sople las velas con la madurez de un pensamiento más cuidadoso.