Opinión
La crónica de Amilibia: Pablo Iglesias, ¿caganer de honor?
Hay en Madrid una tienda que vende caganers, indispensables en todos los belenes catalanes. Se han puesto de moda. Tienen figuritas con las caras de la cantante Rosalía, Carles Puigdemont, Isabel Díaz Ayuso… Ver a los famosos y sobre todo a los políticos en esa escatológica posición, con el culo al aire, divierte mucho al personal porque en su inconsciente subyace un inapelable deseo de venganza: como mandarte a cagar está muy feo, al menos te bajo los pantalones y te dejo con el trasero al aire. Cuentan las lenguas viperinas que Bolaños está ejerciendo algún tipo de presión para que no fabriquen aún el caganer del presi y no lo exhiban en el escaparate. «Cachondeo después de lo de Argelia, no», dicen que clama.
No se sabe si Irene Montero ha hecho alguna gestión en ese sentido por considerar que «solo sí es sí» también a la hora de ser inmortalizada en posición tan íntima. Quizá su caganer necesitaría autorización. La preguntaron en la Ser si «solía quedarse dormida escuchando la radio», y ella respondió que sí, que se dormía escuchando a su Pablo Iglesias en la tertulia radiofónica de la «Hora 25». Una duda: ¿Tiene la voz del líder morado efectos somníferos? Si los tiene, la separación de la pareja sería difícil. No se deja a un compañero que supera a la melatonina. Otra duda: ¿se queda traspuesta en el baño? De ser así, la figurita de Irene dormida y sentadita en la taza sería superventas en la Tienda LGTBIQ+.
Si además la voz de Pablo Iglesias aliviara el estreñimiento, probablemente le nombrarían caganer de honor. Sentado en su trono, al fin sería un rey de «Juego de Tronos». Y ya nadie podrá decir que aburre a las ovejas: directamente las duerme.
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