Amnistía para las almas pecadoras

«También los muertos requieren amnistía», escribe Abel Hernández, al que siempre leo con devoción y recogimiento. Y recuerda a los desmemoriados que en el segundo libro de los Macabeos, que cierra el Antiguo Testamento, Juan Macabeo manda ofrecer sacrificios por los difuntos para que queden libres de sus pecados, o sea, amnistiados. Y nos aclara Abel que esa amnistía requiere sufragios: misas, oraciones, indulgencias y limosnas. Ahí está la clave. En su ultimátum de exigencias, Puchi no quiere solo indulgencias y sufragios, también que el sanchismo amnistíe a todas las almas pecadoras de su rebaño, incluso a los CDR que convirtieron Barcelona en un infierno en 2017. Considera que los sufragios y limosnas que, según la Santa Madre Iglesia, alivian las penas de los muertos, de igual forma han de servir a los vivos muy vivos indepes que esperan un perdón total sin arrepentimiento ni propósito de enmienda, incluso confesando a las claras que volverán a pecar en cuanto puedan, ya con el alma limpia y amnistía en plan barra libre. Los incendiarios irán al cielo y los policías, otra vez al infierno.

Más: ¿qué mayor sufragio e indulgencia que condonar un 20% de la deuda catalana (15.000 millones de euros) para mayor gloria del dios nacionalista que habita y vive entre nosotros? Qué gran limosna. Sumada a las oraciones y misas del devoto Junqueras, ERC ha conseguido del Señor de la Moncloa la pasta/detergente que blanquea y centrifuga sus almas, blanqueo que Aragonès quiere ratificar hoy en su audiencia con el Papa. ¿Y si Puchi exige mañana limosnas mayores y una amnistía que alcance a Jordi Pujol? A ver qué dice Page, que no quiere bailar la sardana de los indepes pero luego se abraza en un tango arrastrado y pecaminoso con su Jefe.