Opinión
El diario de Amilibia: Por qué sonríe el fiscal
Es un misterio: en todas las imágenes que contemplo, el fiscal general del Estado exhibe una sonrisa monacal, casi mística
Leo: «García Ortiz llama a la “neutralidad a los fiscales rebeldes”». Dice que comprometen «la necesaria imagen de neutralidad e imparcialidad del Ministerio Fiscal». Y lo dice todo sin que se le caiga la sonrisa beatífica y cordial del rostro cándido, casi Pumpido. Es un misterio: en todas las imágenes que contemplo, el fiscal general del Estado exhibe una sonrisa monacal, casi mística, similar a la que con frecuencia esboza monseñor Bolaños cuando desmiente a los medios las mentiras de la oposición, añadiendo que la verdad sólo está en el sagrado corazón de la Moncloa. Una sonrisa de pastorcillo inocente al que todos los días (y parte de las noches) se le aparece en carne mortal el deslumbrante Apolo de la Moncloa solicitándole oraciones y sacrificios de ovejas y cabras locas por la amnistía.
En reciente entrevista, Pablo Iglesias dijo: «Pedro Sánchez es muy formal, muy distante y es muy difícil penetrar en su sentido del humor, pero lo tiene». Y cuenta una anécdota ilustrativa. Le recomendó la serie «Baron Noir», en la que el presidente de la ficción recibe a sus visitas en el jardín. Así que un día le pidió que hiciera algo parecido, «y la siguiente vez que fui a la Moncloa tenía preparada una jaima entera fuera del edificio y allí me recibió». Miren, como Gadafi, el líder libio que iba con su jaima a todas partes, y si le caías bien, a lo mejor te presentaba a alguna de las huríes que guardaba en la trastienda.
O sea, que Él tiene sentido del humor, aunque oculto en sus jaimas de Ikea. Cantinflas hacía de sastre Ortiz en una película y su eslogan era: «Soy feliz porque me viste Ortiz». El rey no va desnudo: Ortiz (García) le hace trajes a medida. Que se lo pregunten al novio de la presidenta Isabel Díaz Ayuso.
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