La discreta vida de Henry Kissinger: dos esposas, varias amantes y un viaje secreto

Si hay un detalle en el que coinciden las crónicas que se escriben hoy de Henry Kissinger con motivo de su fallecimiento es su discreción y el tacto con el que manejó su vida privada. El que fuera secretario de Estado de Estados Unidos y Premio Nobel de la Paz ha fallecido en su residencia de Connecticut a los 100 años.

Son rasgos obligados que forjó en su infancia como refugiado judío de la Alemania nazi. Con 15 años, la familia huyó a Estados Unidos y ya en su etapa universitaria en Harvard se vislumbró el talento del que serían uno de los hombres más poderosos del siglo XX. Se graduó suma cum laude en Ciencias Políticas. Su brillantez no le impedía una rebeldía que, más bien, era un signo temprano de su personalidad dominante. Así, se impuso ante la prohibición de mascotas en la residencia de estudiantes y consiguió una plaza para su perro en su mismo dormitorio.

Tuvo que vencer su antipatía

Aunque en el trato cercano Kissinger no era un alumno popular, atrajo a su compañera de instituto Ann Fleischer, con quien contrajo matrimonio en 1949. De la unión nacieron Elizabeth y David, que han mantenido siempre un perfil bajo. La pareja rompió en 1964 y diez años después se casó de nuevo en México con la filántropa y socialité Nancy Maginnes, hija de un adinerado abogado que antes había sido jugador de fútbol americano. Ella trabajaba para Nelson A. Rockefeller, que fue quien anunció el casamiento.

Nunca desveló nada acerca de sus aficiones o sentimientos. Detestaba las redes sociales y mostraba su peor carácter si los reporteros insistían en arrancarle un detalle que diese al artículo una pizca más de humanidad. Dada su influencia, su figura no pasaba desapercibida. Su principal refugio fue su apartamento en el lujoso River House de Nueva York, en el que residían también Barbara Taylor Bradford y Umma Thurman, entre otras estrellas.

Su comentada década de soltería

Le sobreviveb su viuda, Nancy, los dos hijos de su primer matrimonio y cinco nietos. Su segunda esposa ha pedido que, en lugar de flores, se envíen donaciones al hospital veterinario Animal Medical Center de Nueva York. Nancy ha sido su compañera y su mayor pilar en estos últimos 50 años. Hasta que llegó a la vida de Kissinger, el mandatario era conocido en algunos círculos como el playboy de la Casa Blanca. “El poder es el mejor afrodisíaco”, llegó a reconocer. Durante los diez años que pasaron entre sus dos matrimonios, mantuvo romances con varias actrices, como Candice Bergen, Shirley MacLaine o Liv Ullman.

Pasará a la historia como uno de los diplomáticos más influyentes de la Guerra Fría. Los biógrafos destacan su éxito en las negociaciones de alto nivel con la Unión Soviética, que alcanzaron su máxima expresión con la firma en 1975 del Acta Final de Helsinki. Dos años antes había recibido el Premio Nobel de la Paz por su labor en las negociaciones para poner fina a la guerra de Vietnam.

Su viaje secreto a China en 1971, con sombrero y gafas de sol, sentó las bases para cambiar la geopolítica mundial. Fue una operación muy bien encubierta que propició el deshielo entre Washington y Pekín. Una vida de propia de novelas de espías que dará mucho que hablar en los próximos días.