Polémica

Melania Trump, la razón de su desprecio a algunas revistas

El rechazo de la primera dama a ser portada de «Vanity Fair» abre un nuevo frente de batalla cultural

Melania Trump
Melania TrumpJacquelyn MartinAgencia AP

Al mundo aún le cuesta entender quién es Melania. No estamos ante una primera dama al uso, eso es obvio. A ella misma le sonrojaría ir siempre detrás de Donald Trump enmendando sus desatinos, como hacía Jill con Joe Biden. Tampoco está en su cabeza convertirse en el contrapunto elegante y humano frente al rigor presidencial. No cree que su marido necesite este tipo de cosas.

Es independiente, segura y fuerte. Tiene voz propia y no tiene el mínimo reparo en recriminar a su esposo cuando sus políticas no le convencen. Pero se protege y maneja sus silencios como principal armadura, dándole un punto de enigma a su personalidad, incluso de soberbia, que le favorece, más que una exposición banal. Tiene también lucidez suficiente para saber cuándo decir no. Cuando los medios se preguntan insistentemente dónde está Melania, la respuesta es simple: está en el lugar que ella quiere y, sobre todo, no está allí donde no desea.

Melania Trump
Melania TrumpASSOCIATED PRESSAgencia AP

De ahí su contundente rechazo a Mark Guiducci. El nuevo director editorial de la revista «Vanity Fair» ha visto frustrado su deseo de ver a Melania en su portada. Había pensado en ella como la mujer idónea para llegar a la cultura MAGA, a las «verdaderas amas de casa de Mar-a-Lago». Es decir, para conquistar a la mujer conservadora, a pesar del enfado de varios editores. Uno de ellos amenazó con irse: «Saldré por la puerta, y la mitad de mi equipo me seguirá… Si tengo que trabajar empaquetando comestibles en Trader Joe’s, lo haré. Me da asco».

Melania no le dio el gusto de la cruz a este editor que se ofreció como mártir. Con desdén glacial respondió a Guiducci: «Para nada interesada». Incluso se burló de semejante oferta. «No tiene tiempo para dedicarse a una sesión de fotos», justificó una fuente del mundo de la moda. «Sus prioridades como primera dama son mucho mayores… En cualquier caso, esta gente no la merece».

La esposa de Trump apareció en la portada de la edición mexicana de esta revista en febrero de 2017. Sonriendo y dándole vueltas con un tenedor a un collar de diamantes en un tazón, su imagen coincidió con el anuncio de su marido de construir un muro entre Estados Unidos y México para frenar el flujo migratorio. «Todo un ejemplo de sensibilidad, empatía, patriotismo e inteligencia editorial», ironizó la politóloga mexicana Denise Dresser. La dirección se defendió asegurando que no había sido un ejercicio de adulación.

Huérfanos de Melania

Tampoco ella necesita reverencias de este tipo, más bien algunos medios son los que parecen sentirse huérfanos de esta mujer que se desenvuelve con tiento y carácter. Le incomoda, por ejemplo, que la gente se vuelva invasiva con ella, tanto como tener que sonreír mientras su marido habla y habla. Su exasesora Stephanie Winston Wolkoff la describe en sus memorias como una mujer testaruda y exigente. Como anécdota, menciona que la tardanza en mudarse a la Casa Blanca en el primer mandato presidencial de Trump se debió, en parte, a que no le habían instalado aún un inodoro nuevo.

Pero deja claro que dice lo que piensa y hace lo que quiere. Los asesores de Trump aseguran que es la única persona en este planeta ante la que se inclinaría su marido. Cuando ella habla, él escucha. Otra cosa es que cumpla sus sugerencias. Su equipo ha desvelado que, si Melania está presente, Trump reduce su nivel de agresividad y lima su lenguaje vulgar. Lo que no ha conseguido es que se abstenga de deleitarnos con sus extrañas coreografías.

Election 2024 Melania Trump
Election 2024 Melania TrumpASSOCIATED PRESSAgencia AP

Es consciente de su poder como primera dama y ha aprendido a aprovecharlo. En 2017, recién llegada a la Casa Blanca, tuvo su primer encontronazo mediático. Ni más ni menos que con la influyente Anne Wintour. Según Wolkoff, la editora de «Vogue» solicitó una sesión de fotos, pero se negó cuando la revista no le garantizó la portada. Jill Biden, Michelle Obama y Hillary Clinton sí lo consiguieron. Melania se ofendió: «Son parciales, tienen gustos y disgustos… Y yo tengo cosas mucho más importantes que hacer que aparecer en una portada». Wintour, que siempre se ha posicionado públicamente en contra de Trump, ya había dejado clara su intención de no complacer a todo el mundo.

Melania sabe cuándo y cómo desplegar su poder. Sabedora de que ausente atrae más atención, no acude a eventos que considera de menor envergadura. Después de rechazar a «Vanity Fair», invitó a estudiantes de primaria y secundaria a participar en un concurso nacional de inteligencia artificial patrocinado por el gobierno.

¿Coherencia con sus valores o despecho?

Tradicionalmente, cada primera dama recibe una portada en «Vogue», la biblia de la moda. Melania fue excluida, como el resto de las mujeres Trump, y su reciente no a «Vanity Fair» podría interpretarse como un despecho. También podría tratarse de una estrategia política tan calculada como sus silencios. Rechazar la oferta le permite alinearse los valores de su electorado y mostrar que no necesita la aprobación de las élites liberales para ser relevante. Prefiere promover su agenda en espacios donde sabe que tiene el control editorial.