Fortuna

La olvidada efeméride de Marc Rich, el empresario apodado «Goldfinger»

Ha pasado inadvertido el décimo aniversario de la muerte del magnate judío que enamoró a la nieta de La Pasionaria

El magnate Marc Rich en 2008
El magnate Marc Rich en 2008Gtres

El pasado mes de julio, Pincus Green, antiguo socio de Marc Rich (1934-2013), el magnate del petróleo nacionalizado español que un día fue apodado por la prensa internacional como «el fugitivo más famoso del mundo de las finanzas», le rindió un sentido homenaje en Tel Aviv con la actuación del cellista Haran Meltzer interpretando el concierto para violonchelo de Camille Saint-Saëns. Salvo este detalle, la efeméride de los diez años de la desaparición de este controvertido financiero judío, fallecido a consecuencia de un infarto en un hospital de la ciudad de Lucerna (Suiza) a los 78 años, ha pasado desapercibida. Rich, nacido en Bélgica, tuvo que huir con solo ocho años y junto a su familia de los nazis en plena II Guerra Mundial.

Su primer destino fue Nueva York. En 1967, con poco más de treinta años, comenzó a escribir su historia en nuestro país. A esa edad, ya gestionaba el imperio de los metales, Philipp Brothers, desde su despacho de la Torre de Madrid. Aquí conoció a su socio, Pincus, conocido como «Pinky». Al poco tiempo, fundó su empresa, Marc Rich & Co. AG, convertida en Glencore,, una de las multinacionales más importantes de todo el planeta.

Petróleo, azúcar y oro

Su especialidad eran las operaciones de trueque con países financieramente endebles, pero ricos en materias primas, como el aluminio, el petróleo, el azúcar o el oro. A través de estas transacciones obtenía pingües beneficios –su fortuna fue calculada en más de 900 millones de euros–, pero, a su vez, se embarcaba en negocios de dudosa ética con Jomeini, Gadafi, Fidel Castro… Rich no despreciaba nada. De ahí que algunos se refirieran a él como «Goldfinger» o, sencillamente, «un tiburón».

Fidel Castro, durante su último discurso en La Habana
Fidel Castro, durante su último discurso en La Habanalarazon

Lo cierto es que Rich vivía deprisa y se hizo mundialmente famoso cuando, en 1983, escapó a Suiza momentos antes de que fuese condenado por más de cincuenta delitos en Estados Unidos, todos relacionados con operaciones de comercio de petróleo con el Gobierno de los ayatolás de Irán, cuando 53 norteamericanos fueron secuestrados en su embajada por militares iraníes, así como denuncias de fraude y evasión fiscal por cerca de 50 millones de euros. Unos delitos que, todos sumados, le podrían haber ocasionado una pena de 300 años de cárcel.

Sin embargo, a pesar de todos los cargos en su contra y de la despiadada batalla que inició el fiscal Rudolph Giuliani, luego alcalde de Nueva York cuando el ataque terrorista a las Torres Gemelas, Rich ganó. El presidente Bill Clinton lo indultó en su último día de mandato. También a su socio, «Pinky».

Una cita a ciegas

Curiosamente, su primera mujer, Denise Eisenberg, compositora de temas para Aretha Franklin y a la que conoció en una cita a ciegas, había hecho donaciones por un total de más de un millón de dólares al Partido Demócrata y al Centro Presidencial Clinton. Pero, como dice Truman Capote en «Música para camaleones», «cuando Dios te da un don, también te da un látigo». Juntos fueron padres de tres hijos: Daniella, Ilona y Gabrielle.

Esta última falleció con solo 27 años a causa de una leucemia, algo que impactó mucho al empresario, ya que no pudo asistir al sepelio por miedo a ser detenido. Lo mismo ocurrió con el funeral de su padre. En 1998, Rich se casó de nuevo, con la alemana Gisela Rossi, fallecida en 2022 en Ibiza y a cuyo adiós asistió Preysler junto a Vargas Llosa.

Se divorciaron en 2005. Su caso tuvo una gran repercusión en nuestro país, porque compartía páginas salmón con los Albertos, De la Rosa o Manuel Prado de Colón y Carvajal y era uno de los incondicionales de Marbella. En la Costa del Sol, era propietario de una villa de estilo morisco en la urbanización Casablanca, diseño de Frank Lloyd Wright, valorada en 12,3 millones de euros, donde organizaba numerosas fiestas con invitados tan famosos como Isabel Preysler y Miguel Boyer, Gunilla von Bismark y Luis Ortiz, Alfonso Hohenlohe y empresarios como Fernando Fernández-Tapias o Juan Abelló.

En 1982, obtuvo la nacionalidad española. Aunque le encantaba nuestro país –les hablaba a sus hijas en español y una de sus comidas favoritas eran las habichuelas– también dividía su tiempo en su residencia, La Villa Rose, a orillas del lago Lucerna en la cercana Meggen (Suiza) o en su chalet emplazado en el resort alpino de Graubünden, en St. Moritz.

La nieta de La Pasionaria, su gran amor

Gran amante de la música clásica, fue gracias al violinista Rostropóvich cómo conoció a su tercer y último «gran amor», Lola Ruiz-Ibárruri Sergueyeva, nieta de La Pasionaria, secretaria general del Partido Comunista de España incluso después de su legalización. Ambos fueron relacionados en 2008, cinco años de la muerte del magnate judío. La «bella Lola» estudió diez años en el conservatorio de Moscú, dio clases de ballet de pequeña y ejerció de periodista en «Tribuna». Desde que oficializara su relación con el magnate, acudieron juntos a la boda de la hija de Blas Herrero, al cumpleaños de Judah Binstock, el que fuera mayor terrateniente de Marbella, o al enlace de Caritina Goyanes.