Teatro

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Una anciana llamada Lara Dibildos

Una anciana llamada Lara Dibildos
Una anciana llamada Lara Dibildoslarazon

Calidad, un buen reparto y un título atractivo para su nueva obra son las únicas armas que Enrique Cornejo empuña para enfrentarse a la crisis y a la subida del IVA. «Testigo de cargo» es su última apuesta, recreación de Agatha Christie cuyo estreno en el Teatro Muñoz Seca sirvió para recordar mejores tiempos para la lírica. Estuvieron presentes Carmen de la Maza y Amparo Pamplona, quienes recibieron aplausos por su trabajo televisivo en «La memoria del agua», un thriller de Teresa Viejo ambientado en un balneario para el que se utilizó uno de los chateau serranos del marqués de Griñón. Estaba pensada como serie pero el éxito de «Gran Hotel» lo dejó en un solo capítulo largo. Aún así, están sobresalientes, y De la Maza anticipó a Paca Gabaldón, soberbia émula de Marlene Dietrich en la versión escénica –Billly Wilder hizo lo propio en el cine–, que para marzo prepara «una expo con los dibujos y diseños de López Vázquez, ya que se cumplirán sus 90 años y me lo encargó antes de irse». Mientras, algunos se centraban en el atrevido conjunto de Juncal Rivero a lo Minelli, un buen alarde de piernas largas que arrancó silbidos. Detalle hollywoodiense, como el que ahora nos venden con Belén Esteban en plan catetorro paseando por Hollywood Boulevard.

Rivero se atrevió con una simple chaqueta cruzada como única prenda sobre los ligueros, deslumbró y dejó pasmada a María José Suárez, que sufre de amores. Hizo partícipe del infortunio a su íntima Raquel Rodríguez que llegó cojeando «porque me caí de un zapato con plataforma». Nacho Guerrero la repasaba de arriba a abajo con su cómica cara alelada –pero sin un pelo de tonto–. El actor, grande, casi inédito, triunfa como Coque en «La que se avecina» y llamó la atención al aparecer, igual que Charo Reina, con un veinteañero. Se llama Dave, es gaditano y chorreaba simpatía ante Fátima y Ricardo Pérez, con novela recién terminada. «Sólo me falta editorial», lamentaba el famoso publicista pidiendo una oportunidad como la que el personaje de la doncella ofrece a Lara Dibildos. Ni se le reconoce en su papel de renqueante anciana septuagenaria. Provocó entusiasmo, compartido por Álvaro Sáenz de Heredia y por su ex Muñoz Scassi, sobresaliente al haberse quitado unos kilos. Ángeles Martí no soltaba el portátil y Ramón Calderón, que fue testigo de cargo fuera del teatro, acudió en plan familiar. Laura Valenzuela desveló secretos sobre su fondo de armario, hoy una auténtica cloaca en perfecto estado de conservación: «Esta chaqueta roja es un Chanel de hace 20 años», señalaba. Es tan patrimonio como los crímenes de doña Ágatha.