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El Big data para la creación de ciudades más amigables

Arianna Salazar, urbanista costarricense, ha desarrollado una tecnología que detecta y examina la actividad de los viandantes y la información ambiental para prosperar en el diseño de las ciudades

El Big data para la creación de ciudades más amigables
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Las nuevas tecnologías hacen realidad las llamadas urbes inteligentes, que prometen optimizar los servicios que ofrecen las grandes ciudades para hacerle la vida más sencilla a sus ciudadanos. Sensores para regular el tráfico y reducir el número de accidentes, detectores que miden la polución ambiental y sistemas que administran los restos conectados. Todas ellas, soluciones tecnológicas para reducir la huella ambiental.

 

Sin embargo, además de estas soluciones inteligentes, hay otros desafíos urbanísticos más usuales que hay que examinar ya antes de actuar. ¿Dónde es mejor implantar una zona verde? ¿Qué impacto tienen unas obras realizadas en horario comercial? ¿Será eficiente una línea de metro en una zona periférica?

Arianna Salazar, investigadora doctoral en el MIT (Estados Unidos) y urbanista, se ubica en la corriente que asegura que deben ser las ciudades las que se amolden a sus habitantes, y no al revés.

Por eso, para dar una respuesta a todas estas preguntas y desarrollar con acierto dónde edificar una determinada carretera o instalar un determinado elemento urbano, ha desarrollado y cofundado Bitsence.

Esta startup plantea una plataforma que facilita información valiosísima sobre los hábitos de los ciudadanos para ayudar tanto a las instituciones como a las compañías y los particulares a comprender de qué forma debe construirse una ciudad.

Este proyecto ha hecho que Salazar haya sido elegida por MIT Technology Review en español como ganadora de los premios Innovadores menores de 35 Latinoamérica 2017.

“Hay que entender cuál es la relación que tiene la tecnología con la urbe y ponerla al servicio de las problemáticas reales a las que hacen frente los ciudadanos”, apunta la urbanista costarricense.

Para ello, BitSence combina hardware (sensores que se desarrollan a través del Internet de las Cosas) y software (algoritmos propios basados en técnicas de big data) que examinan la actividad peatonal y la información ambiental.

BitSence recoge las señales que emiten los dispositivos inteligentes, como son los propios móviles o tabletas, en el día a día.

De este modo, identifica los hábitos de los usuarios pero no precisa de su implicación directa. Se logran patrones de comportamiento que apuntan, por poner un ejemplo, cuánta gente hay en un parque, cuánto tiempo pasa alguien en una plaza y con qué frecuencia va hasta ese sitio, la calidad del aire o bien los niveles de temperatura, luz o ruido.

“Gracias a estas conclusiones, las ciudades pueden ofrecer servicios de forma más veloz, alterar las rutinas de mantenimiento y de limpieza, o rediseñar esos espacios”, explica Salazar.

Su primer trabajo sobre el terreno, Local Sense Lab, en Boston (Estados Unidos), nace de la idea de que lo local es extremadamente valioso. En colaboración con dos startup del MIT, Categorical Informatics y Supernormal, han controlado la actividad peatonal en cuatro manzanas que rodean un mercado al aire libre en el distrito de Downtown Crossing. El propósito es guiar las intervenciones urbanísticas de las corporaciones locales optimando los datos de los ciudadanos.

Para Salazar, además de las mejoras en las infraestructuras de las smart cities, “el futuro apunta a dar servicios en tiempo real que se apoyen en la demanda”. Con su iniciativa, BitSence quiere que las innovaciones tecnológicas estén destinadas a prosperar en la relación y la conexión de los habitantes con las ciudades. “Son para la gente. Nos interesa crear tecnologías que solucionen inconvenientes reales”.

Fuente: Opinno, editora de MIT Technology Review en español