Kiev
Humildes y campeones por Gaspar Rosety
Las horas previas a estos partidos me sensibilizan; como diría Benedetti, alertan mis fusiles y buscan mis pretextos. Se mezclan las ansias con la calma, las pasiones con la razón, las ilusiones con el temor, las esperanzas con el respeto y, al final, sólo quiero cerrar los ojos egoístas y aguardar con serenidad fingida que los relojes caminen. En esta parte de Kiev, desde la terraza emboscada del hotel Gorosievo, se entrelazan ternuras y memorias. La historia es fría, aunque los recuerdos le dan calor. Italia quiere ser como España. Lo intenta desde que nos vieron ganar el Mundial de Suráfrica. Ellos que, además de ganar el anterior, pretenden saber dominar la moda, las mujeres y los autos, quisieron imitarnos en el fútbol. Aburrían pero ganaban. Ahora, pretenden futbolear y entretener. Lo divertido es, además, ganar.
Tengo fe en la Selección española. Nunca podremos agradecerles tanto talento, tanto esfuerzo, tanta felicidad, tanta identidad, tanta unión. Cierto que el fútbol es así, que no hay enemigo pequeño, que Italia siempre es Italia. Los nuestros son humildes y campeones. Nos facultaron para soñar. Disfrutemos.
Escribiremos nuevas páginas en los libros de Historia y seguiremos leyendo con el placer intelectual de un balón preñado de picassianas palomas de la paz. Hemos apostado por la belleza. El alquimista coelhiano sabe que el universo debe conspirar en nuestro favor para que convirtamos el sueño en oro. Como en la negritud africana de Johannesburgo mientras los diamantes dormían en las entrañas de la ciudad e Iker levantaba el oro entre sus manos, tocadas ellas por la varita mágica de un hada buena.
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