Ministerio de Justicia
Varela rechaza tener ningún «interés personal» en la causa contra Garzón
MADRID- El magistrado del Tribunal Supremo (TS) Luciano Varela, que instruye la causa contra el juez Baltasar Garzón por su investigación de los crímenes del franquismo, ha rechazado los argumentos de recusación esgrimidos por el juez de la Audiencia Nacional para apartarle del caso. En el escrito remitido a la Sala de lo Penal del Alto Tribunal, Varela asegura que no tiene «interés personal directo o indirecto alguno en el conocimiento de esta causa» que, recalca, le ha correspondido «de forma aleatoria y por turno preestablecido». En el informe, Varela entiende, además, que las decisiones que ha cuestionado Garzón (dar la oportunidad a Manos Limpias y Falange de subsanar sus escritos de acusación) «no pueden ser objetivamente vistas como muestra de inclinación de ánimo alguno ni a su favor ni en su contra». Varela lo deja claro: «No admito ni comparto la apreciación de la causa de recusación invocada», pese a haber tramitado la recusación. Y es que el magistrado recuerda la jurisprudencia del TC que acredita que es «una exigencia constitucional que el órgano judicial favorezca la corrección de los defectos que puedan ser reparados, garantizando en lo posible su subsanación». Esa doctrina, concluye, «ha justificado mi decisión». «No me corresponde a mí establecer –dice– si condicionar el ejercicio de la acusación de Falangeconstituye un acto de ayuda. O si requerir la exclusión de contenidos de la formulada por la otra acusación puede considerarse una cooperación a la integración de esa acusación». Las alternativas, subraya, eran expulsar del proceso a Falange o mantener el escrito de Manos Limpias en sus propios términos, lo que en su opinión obviaría «la adecuada ponderación de garantías constitucionales concernidas: el derecho a la tutela judicial efectiva y el de defensa».Varela mantiene que a las partes «les suele resultar difícil valorar desapasionadamente la imparcialidad del juez de su caso» y reconoce que le resulta «complejo, y hasta cierto punto paradójico» exigir a un juez que se pronuncie sobre su propia imparcialidad cuando ha sido cuestionada por las partes. «Las apariencias son muy importantes», recalca antes de insistir en que «no basta para apartar a un juez del conocimiento de un concreto asunto con que las sospechas o dudas sobre su imparcialidad surjan en la mente de quien recusa», sino que hay que determinar «caso a caso» y más allá «de la simple opinión del acusado» que hay causas objetivas que lo justifiquen, lo que en su opinión no ocurre en este supuesto.
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