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Violencia
La violencia está instalada en la sociedad. Se manifiesta en la calle, a las puertas de los locales de copas, en las gradas de un estadio de fútbol… y en el Metro. Quizá ahí adquiera mayor dimensión porque hay cámaras y nos ponen las crudas imágenes de la realidad en su estado más puro. En las instalaciones del suburbano hay más cámaras de vigilancia que en la superficie y queda grabado casi todo lo que pasa. No es que el Metro sea un lugar donde se desata la violencia, sino que la violencia que se desata allí se inmortaliza, se lleva a las pantallas de la televisión y a las fotografías de los periódicos. Eso tiene sus ventajas, como poder identificar a los agresores, delatar a los violentos y que esos videos sirvan de prueba para que los jueces actúen contra estos animales que nos ponen los pelos de punta y evidencian que el principio de solidaridad anda bajo mínimos, que nadie se arriesga en la defensa del prójimo. El miedo produce denegación de auxilio y esto puede resultar a veces incomprensible. Es necesario actuar duramente contra esas bestias que en la superficie, a la puerta de un local de copas, o bajo tierra, en el Metro, desatan toda la violencia que llevan dentro.
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