Israel
La campaña más sucia acerca el poder absoluto a Erdogan
Una decena de diputados opositores ha dimitido por los vídeos sexuales
ANKARA- Unos 50 millones de turcos están llamados a votar mañana tras una de las campañas electorales más sucias que se recuerdan en la corta historia democrática de la nación otomana. La filtración de comprometedores vídeos sobre políticos del ultranacionalista Partido de Acción Nacional (MHP), aireados desde el pasado mes de mayo, ha marcado toda la campaña y acabado con la dimisión de una decena de altos cargos de esta formación política, la tercera del país. Conversaciones con prostitutas, sexo con universitarias e incluso con una menor de edad de 16 años pasarán factura a la derecha nacionalista.
Los sondeos aseguran que el MHP verá disminuidos su apoyos a un horquilla entre el 10 y el 15% (35-70 escaños) como consecuencia de un escándalo que la oposición atribuye a la mano negra del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan. Las acusaciones sin pruebas han sido otra de las constantes de la campañas si bien los analistas coinciden en que los principales beneficiados del naufragio nacionalista serían los islamistas moderados de Erdogan, pues ambas formaciones compiten por el voto más conservador.
Las encuestas otorgan al AKP de Erdogan entre el 40 y el 50 % de los votos, que le darían entre 290 y 350 diputados, frente a los 331 de que dispone. El margen podría ser suficiente para los planes de Erdogan, quien pretende redactar una nueva Constitución que convierta a Turquía en un sistema presidencialista y le otorgue todo el poder cuando ocupe el sillón del padre fundador, Mustafa Kemal Atatürk. Erdogan comenzó en 2001 una vertiginosa carrera política tras reconvertir el movimiento islamista en una versión turca de la democracia cristiana italiana.
Tras sus victorias en 2002 y 2007, Erdogan apoya su ambición en los logros económicos que han convertido al país euroasiático en una potencia que aspira a encontrarse entre las 10 economías más fuertes del mundo en 2023, cuando celebre su centenario.
Convencido de sus posibilidades para ser una potencia regional, Turquía lleva tiempo embarcada en una activa política diplomática para ganar influencia internacional en una zona en la que confluyen Oriente Medio, Europa y África. De este modo, Turquía se ha postulado como mediador, con mejor o peor fortuna, en diferentes conflictos internacionales, desde el contencioso nuclear iraní, a la guerra fría entre Siria e Israel, pasando por el conflicto palestino, las relaciones serbobosnias o los problemas en el Cáucaso. De hecho, Turquía tiene cartas para ser un árbitro ideal: miembro de la OTAN y con aspiraciones europeas y, al mismo tiempo, un país musulmán con lazos comunes con Oriente.
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