Espanyol
El Derbi
Está claro que el fútbol es un mundo aparte, y que, en ocasiones, suele regirse por una lógica totalmente diferente a la que distingue al resto de aspectos de nuestra cotidianeidad. Pero por muy «paralela» que sea la dimensión en la que se desenvuelve, y por inflamadas que lleguen a ser las pasiones que lo dirigen, es evidente que hay ciertas normas básicas que no se puede ni se debe saltar. La celebración mañana domingo del tradicional derbi regional F. C. Cartagena – Real Murcia ha vuelto a elevar al máximo nivel posible la rivalidad deportiva existente entre los dos clubes más importantes del panorama autónimo. Hasta aquí nada encontra, puesto que si existe un fuel que alimenta la maquinaria del fútbol, éste es precisamente el del sano antagonismo entre aficiones. El problema es que la multitud tiene muchos espacios en sombra, que suelen ser aprovechados por una minoria radical para intoxicar el ambiente general con su comportamiento intolerable.
Resulta comprensible, en este sentido, que ambas aficiones pongan toda la carne en el asador en el deseo de que su equipo se alce con la supremacía de facto del fútbol regional; forma parte del espectáculo el que la prensa esté día tras día «calentando» un choque que es algo más que una rutinaria jornada de liga; pero lo que bajo ningún concepto resulta tolerable es que situaciones como las que se vivirán mañana sean aprovechadas por algunos grupúsculos «de vida sombría» para airear toda esa materia residual que no debería salir jamás de las alcantarillas.
Uno de los grandes atractivos del fútbol es su permanente actualidad, su «modernidad» por decirlo así. Desde este punto de vista, lo que resulta impresentable es que esta pulsión vital se utilice como modo de canalizar viejas, rancias y ficticias rencillas, que sólo saben impregnar con su olor a naftalina lo que ha de ser un soplo de aire fresco para nuestras atribuladas vidas. Aquí no hay malos ni buenos, ni superiores ni inferiores. La historia sólo ha de servir para justificar la expectación por un espectáculo inigualable, en lugar de para contaminar con sus perversiones un juego que sólo ha de reportar bondades. Que gane quien tenga que ganar, pero, por favor, que ninguna actitud marginal empañe el ejemplo de madurez que está obligada a dar, en cada situación, la sociedad de la Región de Murcia.
Pedro Alberto Cruz Sánchez
Consejero de Cultura y Turismo
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