Energía

El brote verde qatarí

El país del Golfo Pérsico se prepara para el Mundial de Fútbol 2022, con 12 estadios de última generación y diseños impactantes que desafiarán las condiciones climáticas más extremas de una forma sostenible 

El brote verde qatarí
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Tras una semana de prometedores acuerdos financieros, Qatar y su Mundial de Fútbol de 2022 parecen menos lejanos en distancia y tiempo. En su periplo por la península arábiga, Zapatero arrancó 3.000 millones de brotes de oxígeno para la economía española y un primer contacto comercial para las empresas nacionales interesadas en los desarrollos colaterales de un evento deportivo de esta magnitud.

El pequeño emirato tiene un nuevo reto tras conseguir la candidatura oficial de la Copa del Mundo. Este país del Golfo Pérsico, que soporta temperaturas de hasta 50 grados, trabaja en un proyecto de 12 espectaculares estadios sostenibles repartidos en siete ciudades sede, de los cuales nueve serán construidos desde cero.

Una pantalla gigante cubrirá la fachada del estadio Al-Rayyan, el Al-Khor tendrá la forma de una concha marina arrastrada desde las aguas del Golfo Pérsico hasta la arena del desierto (y a la que se podrá acceder en un taxi acuático) y el estadio Al-Shamal será construido con la forma de un «dhow», un pequeño velero usado por los pescadores árabes. Si bien el diseño de los estadios dejará con la boca abierta a todos los espectadores, el desafío más importante para los ingenieros es convertir el Mundial de Fútbol de Qatar en un espectáculo sostenible.

El prototipo desarrollado por la firma Arup es el que, hasta ahora, más ha convencido al Comité de la FIFA sobre la viabilidad de tener un campeonato en un país con temperaturas tan extremas. El diseño se basa en tres aspectos fundamentales: una estructura atractiva y capaz de ahorrar, paneles fotovoltaicos que transforman la energía solar en electricidad y un sistema que captura y convierte el calor en aire refrigerado y lo distribuye debajo de los asientos de los estadios. Según Archie Campbell, ingeniero mecánico de la oficina de Arup Madrid, «El Qatar Bid Committee deseaba un resultado ganador en todos los aspectos; un espacio libre y abierto, un microclima confortable, un respeto absoluto al medio ambiente y algo que demostrara la potencia innovadora de este país».

La resistente geometría rítmica del techo que propone el prototipo juega un papel muy importante en la estrategia de sostenibilidad del estadio. El revestimiento de la cubierta se mueve para proporcionar sombra dentro del edificio y un aislamiento contra el calor del sol en verano. Además de la protección de la luz solar directa, el revestimiento se puede colocar de modo que los espectadores y jugadores estén protegidos del viento durante los partidos y al mismo tiempo se aproveche la ventilación natural cuando el clima sea el adecuado. En verano, para combatir el sofocante calor de los desiertos del Golfo Pérsico, la cubierta se cierra 24 horas antes del evento para que el estadio pueda enfriarse con la mayor eficacia. Y por las noches, la cubierta se abriría para disfrutar de las vistas del cielo.

Un estadio español
El estudio madrileño Fenwick Iribarren Architecs, que colabora con Arup desde sus oficinas en España, ha sido designado para construir el primer estadio en Doha con esta nueva tecnología. Será el conocido como «Education City Stadium» , un complejo multiusos con capacidad para 40.000 personas, que incluye campo de fútbol y pista de atletismo, junto con otras instalaciones para natación, tenis o baloncesto.

Este complejo contará con un sistema de refrigeración único en un estadio al aire libre y creará un microclima que permita el juego. Las superficies del estadio están diseñadas para permanecer frescas durante todo el partido, ayudando a estabilizar el calor generado por las luces y las personas. Durante la visita realizada por la Comisión de Evaluación de la FIFA, mientras que la temperatura exterior alcanzaba los 44º C, la temperatura dentro del campo de juego era de sólo 23º.

Junto al estadio, el proyecto propone una huerta solar compuesta por paneles fotovoltaicos y una serie de colectores de calor solar de última generación que cuentan con un conjunto de espejos parabólicos motorizados que seguirían al sol y enviarían la energía obtenida hacia las tuberías que contienen agua corriente. De esta manera, la energía se recoge en forma de calor y se transforma, o bien en refrigeración para el interior del estadio, o en electricidad para abastecer el alumbrado, así como otras funciones dentro del espacio. La energía solar calienta el agua a 200º C y se convierte en agua refrigerada a través de máquinas de absorción. Curiosamente, estas máquinas han sido utilizadas durante los últimos cien años en los sistemas de refrigeración industrial.

El frío se almacena en tanques ubicados debajo del estadio para su uso nocturno, cuando se distribuye a las unidades de tratamiento de aire. Estas unidades distribuyen el aire enfriado debajo de los asientos de cada espectador, lo que permite enfriar la sala y fluir hacia el campo de juego para refrigerar también a los jugadores en el campo.

La huerta solar está conectada con la estructura del sistema eléctrico y la red pública, de modo que aquellas sedes que contengan paneles solares pueden operar durante todo el año, exportando constantemente energía eléctrica a todas las redes. «En un día de partido donde la demanda de electricidad sea más elevada, ésta podrá obtenerse sin mayores inconvenientes a través de la red pública. Así, junto con generadores de biocombustibles, esta red proporcionará energía sólida y fiable que garantizará el éxito de los eventos durante la Copa del Mundo. Y como la cantidad de electricidad generada a partir del sol será mayor que la cantidad importada para el resto de los eventos del año, la instalación gozará de una emisión de carbono igual a cero», explica José de la Peña, director del departamento de Estructuras de Arup Madrid. Otro aspecto importante que estudian los arquitectos es la posibilidad de desmontar parte de las gradas de los estadios al finalizar el Mundial, reduciendo la capacidad de los campos a la mitad. La infraestructura retirada podrá ser donada a países en desarrollo con déficit de instalaciones deportivas.

Con todo, Qatar está volcando todos sus esfuerzos en conseguir un Mundial de Fútbol en el que los faraónicos estadios incorporen fuentes de energía limpia y una tecnología sostenible capaz de hacer posible el juego y el espectáculo en un país de extremas condiciones climáticas.