Bruselas
Alivio momentáneo
Las medidas estabilizadoras del euro adoptadas en la madrugada de ayer por los ministros de Economía de la UE han sido acogidas con extraordinaria euforia por los inversores, tal vez excesiva como excesivas fueron días atrás las caídas provocadas por los movimientos especulativos. En cualquier caso, se trata del veredicto de los mercados financieros, que juzgan y sentencian si los gobiernos hacen bien sus deberes y cumplen con sus obligaciones. No cabe duda de que Bruselas ha actuado con eficacia y contundencia al poner sobre la mesa un plan crediticio de 500.000 millones de euros, a los que hay que sumar otros 250.000 del FMI, para fortalecer el euro y alejar a los tiburones oportunistas. Las bolsas internacionales han respondido con alzas generalizadas, en especial el Ibex español, que cerró ayer con la mayor subida de su historia en un solo día: el 14,4%. De su mano han llegado otras buenas noticias para las finanzas españolas, como la disminución del riesgo país y del diferencial con el bono alemán. A ellas no son ajenas las nuevas medidas anunciadas por Salgado de incrementar en 15.000 millones adicionales el recorte del déficit en este año y el próximo. Cuando se gobierna en serio y se atacan de frente los problemas, es incuestionable que los inversores reaccionan positivamente. Pero cuando se demoran las soluciones o no se toman con energía por puro cálculo electoral, entonces sobrevienen consecuencias indeseables, como en Grecia. Es necesario, por tanto, que el Gobierno español tome buena nota de lo sucedido en estos últimos días y de las admoniciones, más o menos directas, de los socios comunitarios al presidente Zapatero para que apriete ya el cinturón del déficit. ¿Es suficiente con ahorrar 30.000 millones entre 2010 y 2011? Probablemente no, y será necesario hacer un mayor esfuerzo. Sea como fuere, para llevarlo a cabo ya no bastará con medidas efectistas, como eliminar algún ministerio, cuya incidencia en las cuentas es insignificante. El desafío es excepcional y la respuesta también debe ser excepcional. Pero es de temer que el presidente Zapatero y su equipo no tienen la fuerza suficiente para llevar adelante el draconiano plan de ajuste, en el que también están obligados a participar las comunidades autónomas y los ayuntamientos. La envergadura de la tarea sólo puede afrontarse desde dos perspectivas: con un adelanto electoral para que los ciudadanos elijan qué partido debe asumirla; o bien que PSOE y PP pacten las dolorosas medidas necesarias. Como no es probable que Zapatero se decida por la primera opción, lo más sensato sería no aplazar la segunda por varias razones: porque también afecta a gobiernos regionales y locales gestionados por la oposición; y porque un pacto de estas características debe hacerse a tres o cuatro años vista, por lo cual se debe blindar frente a un eventual cambio de color en el Gobierno. Mariano Rajoy tuvo el acierto de reiterar ayer su disposición a echarle una mano al presidente para hacer frente al desafío de rebajar el déficit público del 11% al 3% en tres años, como exige Bruselas. Es el momento de que Zapatero acepte el ofrecimiento o dé paso a otros.
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