Berlín

La vuelta al mundo en coche eléctrico

Cinco equipos se enfrentan a ochenta días y 30.000 kilómetros alrededor del globo para demostrar que la movilidad sostenible es una realidad. A tan sólo veinte días del inicio de la competición, sólo tres equipos siguen adelante 

La vuelta al mundo en coche eléctrico
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Las comparaciones, aunque odiosas, a veces, son inevitables. La idea de dar la vuelta al mundo en 80 días quizá no parezca muy original, pero si como requisito se establece circular en un vehículo eléctrico, la propuesta resulta más acorde a los problemas del siglo XXI. A distancia de un siglo y medio y con la reducción de la contaminación de excusa, este peculiar plagio resulta, además, necesario. El ingenioso objetivo es recorrer 16 países y más de 30.000 kilómetros en coches o motos cien por cien eléctricos.
Más que la velocidad, se mira la resistencia y la eficiencia; es decir, que lo que importa en esta circunnavegación es llegar, más que quién lo haga primero, y el único premio, la publicidad. De esta manera, además de llamar la atención sobre una tecnología que, como demuestra la «carrera cero», está capacitada para compartir espacio con vehículos comunes y más contaminantes, se ponen a la luz los problemas de estos prototipos y las carencias en infraestructura. No hay que olvidar que los coches necesitan ser cargados en algún lugar habilitado durante la noche.


«Los equipos participantes son compañías pequeñas, que ya desarrollan estos coches inteligentes y eficientes. No necesitan mucha energía; son prototipos tanto para esta carrera como para la vida normal», afirma Louis Palmer, responsable y director de esta versión sostenible de los «locos del cannonball». No es la primera iniciativa de estas características en la que interviene este aventurero suizo. Su última odisea, en 2008, dar la vuelta al mundo con un vehículo, el solartaxi, de construcción propia e impulsado con energía solar. La experiencia de 534 días y 54.000 kilómetros le dieron la energía para organizar esta carrera.
Desde Ginebra han cruzado ya Suiza, han parado en Bruselas, Berlín, Viena y Moscú. Por delante les queda Shanghái, atravesar el océano en barco hasta Vancouver, bajar por la costa estadounidense hasta llegar a Cancún, se espera que justo a tiempo para asistir a la Conferencia mundial sobre el cambio climático de finales de noviembre. De aquí, un nuevo barco los llevará de vuelta a Europa por el Atlántico hasta llegar otra vez a Ginebra, exactamente el 22 de enero de 2011. Total: ochenta días sólo de trayecto por tierra.


Llevan menos de un mes de ruta, desde que salieran el 15 de agosto desde la ciudad suiza, y problemas de lo más variado les están provocando un cierto retraso. El equipo español tuvo que renunciar a su participación prácticamente el día que terminaba el plazo final de inscripción, y pese a su implicación desde que se gestó, por falta de financiación.
A través de www.zero-race.com se pueden leer todas las entradas y todos los problemas de esta «dura competición», en palabras de David Puértolas, del equipo español, Zytel. Al Gorila, el vehículo eléctrico diseñado por su equipo, todavía le queda la oportunidad de engancharse en la etapa americana, si alguien se anima a patrocinarlos. Con batería de ion-litio, una autonomía de 500 km y una velocidad punta de 180 km/h, se ha preparado para esta competición, aunque la intención es que se comercialice en nuestro país a partir de 2011.

Imprevistos
Los inconvenientes previstos, como la falta de puntos de recarga, los pinchazos y las averías, han hecho que el equipo coreano tenga que abandonar la «carrera verde» incluso antes de alcanzar los veinte primeros días de competición. «Las tareas de todos los participantes Zero Race son un gran desafío, ya que implican a menudo tener que realizar complejas reparaciones técnicas con herramientas limitadas en el camino», señala Julianna Priskin, coordinadora del tour.
La aventura se ha visto salpicada de innumerables imprevistos como indigestiones, equipos de GPS desorientados por falta de cobertura e incluso malentendidos lingüísticos con los traductores. La ventaja que supone la expectación mediática que están provocando allá por donde pasan no los exime de los inconvenientes de tener que convivir con el resto de vehículos rodantes, ya que nadie les corta el tráfico para que circule la comitiva. Durante el día los vehículos que no se han cargado correctamente durante la noche (algo que parece habitual) se recargan en las carpas instaladas a mitad de ruta. Y parece que es una de las dificultades de la lista que más está incidiendo en los retrasos de esta vuelta alrededor del mundo.


De los cinco participantes iniciales, sólo quedan las motos de los equipos suizo, alemán y australiano. De ellas, la suiza es la que tiene más autonomía, aunque las tres se enfrentan a la humedad del mar y de la lluvia y a condiciones atmosféricas que varían de las estepas rusas hasta los 38-39 grados del desierto de México. El último vehículo en llegar ha sido la moto alemana, con una batería algo más antigua que las demás y peores condiciones en cuanto a velocidad máxima y autonomía, aunque parece que no está siendo una gran desventaja, vistos sus resultados durante las etapas. Cada uno de ellos representa a un animal en peligro de extinción; el pez payaso, el gorila o el tigre son algunos de los ejemplos. Otra curiosidad que se añade a estas primeras semanas: el triciclo australiano está circulando sin matrícula.


Nada ha quedado al azar, y para los irremediables trayectos por mar se ha elegido el barco: «Se descartó el avión porque la idea era hacer la carrera más larga y más verde», señala Palmer. Toda la energía de la red eléctrica consumida durante el trayecto y las emisiones generadas se compensan o neutralizan a través de fuentes renovables como la eólica, hidráulica o fotovoltaica. Para ello cada uno de los equipos ha firmado acuerdos con plantas de producción de energía verde de sus países para producir y lanzar a la red el equivalente a la energía utilizada. «Demostrar que la movilidad eléctrica es posible y divertida» es el principal objetivo que se ha marcado Palmer, mientras enseñan sus modelos en 150 grandes ciudades. ¿Lo conseguirán?