Crítica de cine
Jaco Van Dormael: «A los 120 años sólo queda el amor»
El director francés, responsable de títulos como «Toto el héroe» y «El octavo día», ha esperado trece años para parir «Las vidas posibles de Mr. Nobody», una compleja película que aborda temas tan dispares como la vida eterna, la memoria y el amor. Un cóctel futurista –la historia sucede en el año 2092–, protagonizado por Jared Leto, Diane Kruger y Sarah Polley.
-Ha pasado mucho tiempo desde su última película. ¿Su complejidad narrativa le obligó a tomarse más tiempo?-No fue el montaje, ni conseguir la financiación, sino, efectivamente, escribir esta historia tan compleja. Un buen día, entre mis 30 y 40 años, me di cuenta de que tenía tiempo para contar otros temas de otra manera. -La cinta mezcla cuestiones tan diversas como relaciones de pareja, cuestiones existenciales e, incluso, ciencia-ficción futurista. ¿Cómo se mete todo eso en un mismo saco?-Hay una parte de la película que es puramente una historia de amor; otra que va dirigida al cerebro, a intentar comprender; otra que es puramente sensorial; y otra poética y surrealista en la que no existe la explicación. Tener estos cuatro aspectos da otra perspectiva sobre la realidad. Es posible que no lleguemos a saber qué es la realidad, pero podemos alcanzar perspectivas distintas. La cinta plantea muchas preguntas para no dar respuestas. La primera es: ¿qué significa estar vivo?, y la segunda, ¿qué es lo real? Así que, más que una película sobre la realidad, trata la percepción de la realidad. De ahí la importancia de todas estas capas distintas. -Según ha asegurado, el proyecto se fue complicando a medida que entraba en él. ¿Alguno de sus temas fue el germen?-El aspecto que más peso tuvo fue la historia de amor. El protagonista, a sus 120 años, de lo único que habla es de sus historias de amor porque también es de lo único que se acuerda.-¿Cómo consiguió un elenco de actores tan potente?-Conseguí antes a los adolescentes que a los adultos. Sarah Polley fue en la que primero que pensé, y aceptó. A Leto lo había visto por primera vez en «Réquiem por un sueño». En otras posteriores, no le reconocí, por eso me di cuenta de que era el perfecto para la transformación que necesitaba el personaje.
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