Cataluña
El regreso de los clásicos del terror
Editoriales, tiendas de coleccionistas y librerías de segunda mano recuperan a los maestros del horror. Lovecraft y la revista «Weird Tales» son sus grandes tótems
BARCELONA- El día de los Difuntos es un excelente día para leer un libro de terror y dejarse hechizar por su histérica poesía. Muertos que se levantan de sus tumbas, misteriosas apariciones, objetos con un oscuro pasado, cuervos de ala ancha, encarnaciones del demonio y ocho millones de variantes dentro de la psicología del terror, esa que dice que un buen susto a tiempo puede descargar muchas tensiones. Y lo hace y asombra y estremece e hipnotiza y te hace ver cosas raras y tener miedo, mucho miedo, ¡es maravilloso!
Los autores de la edad dorada del género, a principios del siglo XX, vuelven a sacar la cabeza después de unos años en el olvido. Son los Abraham Merrit, Algernon Blackwood, Seabury Quinn, Clark Ashton Smith, Robert Bloch, Robert E. Howard, Henry Kuttner y todo el círculo alrededor del maestro H. P. Lovecraft. Las editoriales los han rescatado de sus catálogos, las tiendas de coleccionistas, como «Freaks», en la calle Ali Bei, lo utilizan para mil formas de merchandising; y librerías especializadas de segunda mano como Gigamesh, en Ronda San Pedro, les dejan un hueco cada vez más grande dentro de sus estanterías de ciencia ficción. El miedo está de moda, y no por Halloween, ni por los zombies o los vampiros, sino porque en una época tan convulsa como la nuestra, la gente quiere gritar. Y si lo hacen con una historia de miedo, no parecen tan locos.
Sangre y otras maldades
El cuento es el formato estrella del género. En «John Silence, investigador de lo oculto» (Valdemar), Algernon Blackwood crea una especie de Sherlock Holmes de lo sobrenatural. Su éxito fue descomunal y demuestra que el terror es alta literatura o no es nada. «Mi interés principal, supongo, es mostrar signos y poderes ocultos en nosotros, ampliar las facultades humanas», comentaba Blackwood sobre su literatura.
Uno de sus amigos, compañero suyo como cabalista en la Orden Hermética del Alba Dorada, Arthur Machen, también firmaba cuentos que ayudaban a ampliar la percepción. Con «Los tres impostores», (Planeta) novela adorada por Borges, consigue convertir al lector en un títere a sus órdenes, mientras te mantiene con la boca abierta a cada página.
El maestro de todos ellos, a parte del gran Edgar Allan Poe, fue Lord Dunsany. La editorial Alfabia acaba de recuperar «El libro de las maravillas», en el que la literatura fantástica consigue subir una cima y desde allí, describir los viajes, los acontecimientos, los personajes más increíbles que jamás se hayan imaginado.
El género ocupó sus más altas cotas de popularidad en los años 30 con la irrupción de la revista «Weird Tales». Empezó a acoger a genios como Lovecraft, Clark Ashton Smith o las historias de Jules le Grandin, escritas por Seabury Quinn. Jules era un doctor que se enfrentaba con lo oculto, de hombres lobo a monstruos marinos, sólo para descubrir al final, como Scooby Doo, que todo era una farsa. Después le llegó el turno a las famosas historias de Conan el Bárbaro y Salomon Kane, de Robert E. Howard, los universos paralelos de Henry Kuttner o la maldad insana de Robert Bloch. Sus «Dulces sueños» (Valdemar) es digno de regalar.
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