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Rajoy se hace oír en Europa

La Razón
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Las jornadas previas a la cumbre clave para el futuro del euro transcurren a un ritmo vertiginoso. La nueva Europa diseñada por Merkel y Sarkozy es un punto de inflexión en el proyecto comunitario que la crisis ha sentenciado. Rajoy se ha movido con habilidad y rapidez en este laberinto de intereses que es hoy la UE. Estos días ha trasladado a Merkel y Sarkozy dos mensajes clave: el compromiso con la reforma de Europa y que España es un país fiable que cumplirá con ejemplaridad sus compromisos. Rajoy tendrá hoy un protagonismo especial en el encuentro del Partido Popular Europeo, no sólo porque España es la cuarta economía de la eurozona, sino porque acude con el refrendo político excepcional de un mayoritario apoyo popular. Pocos líderes actuales lo pueden decir.

 Francia y Alemania ya conocen que España reclamará protagonismo y que pretende estar entre los países que tomen las decisiones y no entre los que reciben órdenes. Es un salto cualitativo, pero Rajoy sabe que no podemos resignarnos y debemos actuar con decisión en una encrucijada muy difícil. De ese adverso panorama habla la propuesta del BCE a Zapatero para que implantara mini empleos con un sueldo máximo de 400 euros, desvelada por Rajoy a los agentes sociales el jueves.

Los primeros retazos de la nueva Europa que se alumbra resultaron esperanzadores y, en esa línea de solidez y ambición tan necesaria para romper la parálisis comunitaria, los planteamientos conocidos ayer consolidan esa impresión. En la carta dirigida por Merkel y Sarkozy a Van Rompuy se habla de una nueva arquitectura institucional, con dos cumbres del euro anuales y una presidencia permanente. Se trata de reforzar la supervisión y el control y de erigir una cabeza visible institucional que pueda aglutinar ese trabajo de coordinación tan necesario. El futuro de Europa pasará por una gobernanza reforzada al lado de la moneda única, que asegure una disciplina presupuestaria y unas sanciones automáticas para los incumplidores. La reforma contempla además un impuesto de sociedades armonizado para la zona euro y otro de transacciones financieras, así como la convergencia en la regulación financiera y laboral.

A falta de la letra pequeña, la partitura suena bien. Es una apuesta decidida por una Europa posible que revitaliza un proyecto encallado. Habrá matices, sin duda, porque esa tasa a las transacciones financieras puede ser pan para hoy y hambre para mañana para países que necesitan el crédito como el comer, pero lo esencial es mandar el mensaje de que no habrá marcha atrás en la apuesta por el euro y una Unión con la exigencia necesaria y la garantía de que se ha aprendido la lección.