Opinión

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Cuando el maldito sol del amanecer le daba en la cara, se ajustaba las gafas de sol, prendía el último cigarrillo de la noche y tomaba camino hasta el próximo bar donde siempre pedía lo mismo. Otra copa. Se llamaba Jorge Berlanga y entre muchas cosas ideó aquel anuncio del Fairy donde los de Villa Arriba competían con los de Villa Abajo por ver quién limpiaba más limpio. Compartimos noches, abrazos, novias y otras conquistas que iban desde la música más fiestera hasta las películas de amor y lujo que tanto le gustaban. Cronista del Madrid espumoso, de cóctel y canapé, siempre fue un solitario en todas las reuniones. Puedo decir de él algo que no puedo decir de muchos: era una bellísima persona. Tal vez, por todo lo dicho, los Dioses siempre tan envidiosos nos lo arrancaron de madrugada. No podían haber elegido otra hora.
Opinión
El "informe Cerdán"