Abusos a menores

El agresor descontrolado

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Es posible que en este momento haya varios agresores sexuales atacando en distintas ciudades españolas sin que su repulsiva acción trascienda. Sus víctimas tienden a ocultar los abusos y evitar la vergüenza de una exposición pública. Ni siquiera los delincuentes que han cumplido un largo periodo de cárcel por sus violaciones son fiables a la hora de la reinserción. Hace sólo unos días, un violador, Elías Román, volvía a la Modelo de Barcelona para responder a los cargos de un nuevo abuso sexual con robo.

Román ha sido juzgado tras cumplir quince años de condena por cinco agresiones sexuales. Cuando recuperó la libertad, volvió a su vida de delincuente. Lo curioso es que en prisión se había sometido a terapia. Si bien no existe ningún método cien por cien seguro que evite la vuelta a las andadas de los delincuentes sexuales, lo cierto es que quienes se someten a terapias entran en un privilegiado grupo que disminuye apreciablemente las posibilidades de caer de nuevo en el delito. Sin embargo, esto no ha tenido efecto con Román.

Alguien como el recluso al que nos referimos forma parte de los no rehabilitados. Algunas de estas verdaderas bombas agresivas circulan de madrugada en las ciudades y como la víctima de Román, colisionan con quienes tienes que sufrirlos. Presuntamente, Román, con la cabeza rapada, aspecto juvenil, vestido con pantalón y sudadera, sorprendió a la chica sobre las seis de la mañana, el 14 de junio de 2009, al regresar ella de una fiesta. Primero se cruzaron y en seguida él la persiguió. Le puso un objeto punzante, metálico, en el cuello y la arrastró hasta unos arbustos. Allí la tumbó en el suelo y se echó sobre ella, manoseándola y obligándola a corresponderle, hasta que decidió huir llevándose su tarjeta de crédito, dinero en metálico por valor de cien euros y le exigió el número PIN, aunque la víctima se lo dio equivocado.

La agresión fue de solo unos minutos, aunque la mujer entró en estado de «shock», violentamente alterada y se derrumbó ante su madre. En el momento de denunciar en Comisaría, le fue presentada una foto que reconoció. Era un conocido de la Policía, a pesar de todo, descontrolado.

Los delincuentes con esta alta peligrosidad deberían estar sujetos a controles severos. Estamos hablando de personas que cada vez que salen a la calle hacen nuevas víctimas. Y eso es intolerable. Dado que hay unas elecciones generales cerca, algún partido debería propugnar cambios en la legislación para que los delincuentes sexuales sean tutelados por criminólogos y se les impida salir mientras representen una cuota de peligro excesiva.

El agresor sexual trata de enmascararse como politoxicómano y como ladrón, aunque en realidad su principal impulso es el abuso de la libertad sexual. En el caso de Elías, su comienzo fue a edad muy temprana y en 1991 fue detectado como agresor de cinco mujeres. Emplea en sus actos violencia y frialdad.

Dos meses como ciudadano

Lo curioso es que siempre ha demostrado no estar en la senda de la rehabilitación: cuando en 1999 le permitieron salir por primera vez, con una condena de treinta años, para jugar un partido de fútbol, consiguió darse a la fuga. Ya era para la Policía un «violador en serie y peligroso». Elías es una montaña de dificultades: mide 1, 73, es muy fuerte, de ojos claros y pelo rubio. Tiene en su carácter cierta contradicción puesto que en la fuga que hablamos volvió por su pie a la cárcel, después de dos semanas, vaya usted a saber por qué. En 2008 cumplió con la aritmética penitenciaria, salió en libertad, se casó y trabajó. Pero sólo estuvo unos meses viviendo como un ciudadano normal, después volvió a la delincuencia.
En cuanto al tratamiento y prevención de los violadores, no hemos avanzado mucho. Podría decirse que vamos con un gran retraso puesto que los políticos ni siquiera consideran conveniente que sus programas contengan medidas adecuadas para evitar violaciones y abusos. Y gran parte de la delincuencia de mayor virulencia se esconde en este sector.