Cataluña
Derrotados y confundidos por Alfonso Merlos
Triple salto mortal hacia el absurdo. Hacia delante pero hacia la nada. La penúltima filigrana de los socialistas catalanes tiene una explicación tan simple como comprensible. Después de años de zigzagueos, sinsentidos, traspiés ideológicos, de errores garrafales, de fracasos clamorosos al capitanear atolondrados tripartitos, se han quedado sin líder, sin mensaje, sin proyecto, sin discurso político. Y, lo que es peor, en términos de puro cálculo electoral y partidista, están bailando sobre un bordillo. ¡Que han espantado a la clientela, vamos!
Así que el invento que han improvisado para tapar tanta vergüenza y tanta mediocridad se llama Federalismo. Un concepto viejo, un dislate aplicado a la realidad de España pero que, presentado con su pompa y su fanfarria, con su toque de solemnidad, piensan que puede ayudar a reconquistar las voluntades de una parte de la parroquia. Porque ése es el problemón. Las mesnadas del gris camarada Navarro, aclamado con más pena que gloria, ven claro que en cuestión de treinta días pueden perder nada menos que una decena de diputados siendo arrastrados hasta la marginalidad. Y eso duele.
Pero, ¿qué lleva a los epígonos de los heroicos Maragall y Montilla a presentarse tan desnortados y desmontados, tan obtusos en sus planteamientos, tan experimentales en sus iniciativas para no ser empujados al hoyo de su inanidad? Muy fácil. La ausencia de una verdadera visión de Estado, la falta de auténtica talla para vertebrar propuestas socialdemócratas modernas y atractivas; pero, sobre todo, la incapacidad de interiorizar que ellos, en la misma medida que el transfigurado Artur Mas, son los responsables de la deuda, el déficit, el paro y la ruina presente de Cataluña. Hablamos de la banda del 3%. La complicidad en el mangoneo ni se olvida ni se perdona.
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